viernes, marzo 05, 2004

Nota sobre la actuación de Luis Alberto Spinetta en el Teatro El Círculo el 05-10-04

Una de las definiciones más clásicas de la palabra "poder" es que es aquello que nos permite hacer impunemente cualquier cosa. Y de poder estamos hablando cuando pensamos en lo que fue el recital de Luis Alberto Spinetta el sábado pasado en el teatro El Círculo. Poder que se lo confiere la mayoría de la gente admirándolo de manera desmedida y casi irreal. Poder que él utiliza para ser un excéntrico: por ejemplo presentar su nuevo disco -"Para los árboles"- en el mismo orden que fue editado, sin ceder casi ningún clásico y pararse al fondo del escenario detrás de los demás músicos.
Esa gente alimenta su poder con una postura inquietante: Spinetta recibe halagos antes de tocar y este cronista empieza a creer que él puede llegar a hacer cualquier cosa sobre el escenario y que su público de fieles va a aplaudirlo, alabarlo, adorarlo igual. Es un músico poderoso y por lo tanto impune.
La cuestión pasa por qué uso hace de ese poder. Y aquí es donde sale favorecido frente a no tantos otros músicos "poderosos" que hay y que hacen cosas de poca calidad -sobre todo en vivo- amparados en su impunidad. Lo que hace respetable a Spinetta es que usa esa impunidad para darnos lo que un músico debe dar: música. La ventaja que le da la incondicionalidad de su público es que la aprovecha para tratar de alcanzar altísimos niveles de perfección instrumental (su banda es ajustadísima y con una autonomía de vuelo inaudita en el rock & pop).
El recital comenzó con "Prometeme el paraíso", siguió con "Oh! magnolia" y "El mar es de llanto" donde la banda se permitió soltarse un poco con solos de casi todos los integrantes. Estas tres canciones funcionaron de prólogo para presentar (literalmente) su último disco track por track. El sonido logrado por la banda (Claudio Cardone - Pianos y teclados, Javier Malosetti - Bajo y coros, Daniel Wirzt - Batería, Rafael Camotto - Guitarra y Nico Cota - Percusión y coros) fue muy cercano al del cd. Hubo un poco más de calor en vivo con "Halo lunar" y "Agua de la miseria" pero ahí nomás. Era el cd. Con lo bueno y lo malo de esa elección. Lo inobjetable es que la banda era de una solidez demoledora. Todos músicos de larga tradición y, encima, pasando por un buen momento. Javier Malosetti brilló por el calor que le demostró el público en cada una de sus intervenciones. Si Spinetta es considerado un dios, Malosetti bien puede ser cualquier otra deidad, aplausómetro mediante.
Luego de la literal presentación ofreció un par de canciones que eran antes que nada una concesión al público: una liviana versión del tema de Fito Páez "Las cosas tienen movimiento" (la de Baglietto sonaba más adecuada), a la que siguieron "Tonta luz", "Nelly" y "Paraíso". Hubo un bis "demagógico" con "Me gusta ese tajo" en una versión que le quedaba mejor a su formación de trío que a esta banda de notables. Es que la propuesta de Spinetta era hacer valer lo que es su ahora y aquí. Defender su último trabajo y mostrar que aún es capaz de hacer MÚSICA (sí, con mayúsculas).
Luis Alberto Spinetta es un músico poderoso e impune. Por suerte para nosotros, es como esos reyes de los cuentos de niños que utilizan ese poder para "hacer el bien", que traducido a estos fines no es otra cosa que hacer música de la mejor manera posible.

MARCELO ROSSIA

|
Weblog Commenting and Trackback by HaloScan.com