lunes, febrero 15, 2010

La puñalada

Acá subo una hermosa versión de la milonga La Puñalada (Castellanos / Flores) interpretada por Horacio Larumbe en el Teatro del Parque España en octubre del 2002.

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domingo, septiembre 23, 2007

Los cinco discos de Diego Casanova (Rosario Smowing)

1- Pappo’s Blues III (1973)

Algún extraña razón nos lleva a que no escuchemos casi nunca más los mejores discos de nuestra vida. Quizás ya se integraron tanto a nuestro mundo y podemos recurrir a sus canciones sin necesidad de cds, cassettes o reproductor de mp3. Puede que sólo nos queden por delante esos felices momentos en que encontramos nuestros pequeños tesoros personales en la radio, al pasar por una casa o vaya a saber uno donde. La felicidad que suele provocar la coincidencia inesperada.

Mate por medio Diego Casanova, cantante de la Rosario Smowing, ya tenía en mente qué discos iba a nombrarme. Discos que habían cambiado su vida pero que hacía demasiado tiempo no escuchaba. A los 12 años le regalan Pappo’s Blues III “y lo que tocan esos tres negros me mató” dice al borde de la exaltación. “¡Pappo, Machi y Pomo! ¡Qué jugadores!” Pappo para este tercer disco cambia a Black Amaya y David Lebón por Machi y Pomo que se reencontrarían pocos años después en Invisible junto a Spinetta. “Me decían que cómo podía escuchar a un tipo que cantase así de feo y con letras tan básicas, pero yo ya apostaba a la simpleza, lo mínimo”. Recordamos una canción hermosa –cantada por Machi– como El sur de la ciudad y hablamos de ese casi desprecio que parecía tener Pappo por el formato canción. Para él las canciones eran solamente excusas para sus solos de guitarra y la mitología cuenta que las letras las componía en el mismo estudio de grabación minutos antes de tener que grabar la voz. “Quizás la poesía de él pasaba por ese lado” resume Casanova. La poesía directa, el guiño canchero con la boca torcida. Quien pueda disfrutar de una frase como “no puedo evitar que vengan hacia mí los sandwiches de miga” seguramente podrá disfrutar la obra entera de Pappo como letrista.

Muchas veces al premiarlo por su virtuosismo como guitarrista lo que se está haciendo es ningunearlo como músico total: compositor y cantante. Artista. “Las letras de Pappo me emocionan desde su simpleza, me llegan directo sin ninguna complicación innecesaria”. La posta que Casanova trata de recoger día a día de ese artista es justo esa: el despojar la canción de lo accesorio para encontrar el núcleo, lo importante. “Eso que podés silbar distraidamente en tu casa mientras tomás un mate”.

Pappo’s Blues III

Año – 1973

Pappo: guitarra y voz

Machi Rufino: bajo eléctrico

Pomo: batería

Pappo’s Blues III es tal vez el disco más querido de esta banda que tenía un estilo llamado rock pesado por esos años. El único disco grabado con Machi Rufino y Pomo. El tema instrumental Stratocaster Boogie muestra la versatilidad de Pappo como guitarrista y El sur de la ciudad da cuenta de su veta compositora muchas veces olvidada.

2 – Salve (La Polla Record) 1984

El punk rock siempre estuvo conmigo y “Punky de postal, punk de escaparate. Moda punk en Galerías ¡Muy punk!”, las letras de este grupo son impresionantes.

3 – Blank Generation (Richard Hell & The Voidoids) 1977

Una versión casi inglesa del punk americano con Robert Quine (guitarrista) que muestra en el arte de tapa su carnet de estudiante de Berkley y un Marky Ramone que por esos años se llamaba Marc Bell. Casanova muestra orgulloso su vinilo

4 – La llorona (Chavela Vargas) 2004

La fui a ver al Luna Park el año pasado y debo confesar que no pude parar de llorar de la emoción. Ella parada con su poncho y sólo dos guitarristas. Increíble. Grabé el recital y se escucha mi llanto de fondo todo el tiempo.

5 – U.S.A. (King Crimson) 1975

Es uno de los discos que más veces escuché en mi vida. No se puede creer que una banda suene así en vivo.

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Los cinco discos de Pablo Pino (Cielo Razzo)

1 – Ten (Pearl Jam) 1991

Cuando uno piensa en ese disco que cambió nuestra relación con la música -o con el mundo- lo más usual es que todo nos remita a la adolescencia. Allí, en ese momento, se cifra nuestra identidad y futuro. Y el caso de Pablo Pino no es una excepción a esta regla. Porque después de pasar por discos de Ramones y Ataque 77 “a los que escuchaba más que nada para sentir la pertenencia a un grupo” alguien le muestra Ten, el primer disco de Pearl Jam. Alguien que conoce en unas vacaciones familiares en Brasil y que se transformará en su primer dealer musical, “uno de esos tipos generosos, con discos que te abren la cabeza”.

Corría la década del ’90 y el vaporoso sueño de pertenecer al primer mundo se palpaba en todos lados. Argentina establecía relaciones carnales con países más poderosos y un Pablo Pino adolescente escuchaba Jeremy “sin entender una palabra en inglés”, esa canción de Pearl Jam que habla de un chico que se pega un tiro delante de sus compañeros. “Igual yo sabía de qué hablaba: de que no todo estaba tan bien en ese primer mundo, de que algo malo pasaba y por ese costado empiezo a escuchar Ten sin parar”. Tanto que gastará el primer disco, comprará un segundo que terminará prestando y perdiendo, y recibirá un tercero de un amigo. “Por esa época tocaba Black en la guitarra porque era la única que podía tocar. Veía mil veces los videos de Alive y Even Flow por MTV, pero me costaba encontrar gente que compartiera mi gusto.”

El dealer/amigo que una tarde en Brasil le mostró ese disco de Pearl Jam no imaginó jamás que el adolescente Pablo Pino buscaría y encontraría gente con las mismas pasiones e inquietudes. Que esa gente armaría una banda que hoy se llama Cielo Razzo y que ya está preparando su quinto disco. “En mi vida siempre le he dado mucha importancia a esa gente que te tira discos, esos dealers, porque es una oportunidad de conocer cosas que de otra manera no llegarían a uno” dice Pablo Pino mientras se promete a sí mismo llamar a ese viejo amigo.

Ten

Año – 1991

Integrantes:

Eddie Vedder Vocals

Mike McCready Guitar

Stone Gossard Guitar

Jeff Ament Bass,

Dave Krusen Drums

Ten es el disco quizás más clásicamente rockero de la ola grunge que a principios de los ´90 se origina en Seattle. Con letras que hablan de gente sin hogar, violencia, juventud perdida pero que, sin embargo, no le quitan potencia ni accesibilidad. La voz de Eddie Vedder y la guitarra de McCready (tan Clapton, tan Hendrix) serán sus marcas registradas.

2 – The real thing (Faith no more) 1989

Un disco de una contundencia impresionante pero con unas melodías, como la de Epic, que no se pueden creer.

3 – Tuesday night music club (Sheryl Crow) 1993

Es un disco de canciones hermosas que me hicieron estar casi enamorado de Sheryl Crow y su guitarra.

4 – Paralamas (Paralamas do Sucesso) 1991

Siempre tuve ganas de hacer un cover de ellos. En especial de “Linterna de los afiebrados”. Verlo a Vianna tocando es siempre una cosa muy fuerte.

5 – Ahí vamos (Cerati) 2006

Tantos se lo pierden por prejuiciosos. Yo fui a verlo y me encantó.

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sábado, febrero 25, 2006

Nota sobre el show de The Broken Toys y The Tormentos en Willie Dixon

Los espectáculos de verano en Rosario suelen ser problemáticos y esas mesas de ping-pong y metegoles en medio de la pista del Willie Dixon son un síntoma clarísimo de esa desorientación. Así y todo las cosas siguen: The Broken Toys confía en sus seguidores y dobla la apuesta a favor de la música retro invitando en esta ocasión a The Tormentos (banda surfer de Buenos Aires).
La demora –lamentablemente ya clásica– de estos espectáculos hace que la mirada “antropológica” se pasee entre una fauna que recorre todas las posibilidades que van desde el jopo rockabilly hasta los accesorios punks de galería céntrica. Está bueno ver lo que lleva de producción (tiempo y dinero) cada vestimenta porque esta es la manera en que el público participa activamente en este tipo de shows. Y subrayo activamente porque este paisaje forma parte del show. Muy distinto sería ver el show repleto de gente con jeans y remeras, gente más aburrida como este cronista.
Luego de la espera el show abrió con la música de The Tormentos, un cuarteto de música surfer con muchas ganas de divertirse. Los gritos de su líder (Mr.M, el bajista) ponían en pie de guerra (o de baile) al público y exteriorizaban por otro lado la energía de esta música instrumental con claras influencias de bandas legendarias como The Ventures o Dick Dale. Esos típicos sonidos sixties (guitarra con mucha reverberación) pero pasados por el tamiz punk. El cover de Massacre Palestina, “Diferentes maneras”, es uno de esos puntos de cruce entre ambos géneros que el viernes mostró que lo retro está más actual que nunca y que puede seguir divirtiéndonos hoy mismo.
No había mucha gente en la noche pero la entrega al show de The Broken Toys era inversamente proporcional a la cantidad de público. Con el muy buen disco “Noches & Pecados” en su haber, se les nota que tienen hambre de hacer las cosas bien. Y lo logran. Mc. Fly no es un cantante que descolla pero pone tanto nervio a lo que hace que termina ganando por la pasión. Secundado por el hiperkinético Sebastián Delfino, que hace bailar a su contrabajo como loco, el show es un gasto de energía que se transforma en agradecimiento de los que disfrutan la música retro. Que festejan y conocen los hits de la banda: “Tu papi no sabe” o “Mueve tu cuerpo”.
Confieso no ser fanático de estos géneros y que a veces, por ignorancia, las canciones comienzan a sonarme iguales entre sí. Es cierto, pero también lo es el hecho de que The Broken Toys (y sus interesantes invitados) van creando un lugar musical en Rosario que tiene sus fans y que no esta cerrado, para nada., a quienes de vez en cuando nos gusta curiosear en otros mundos.

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domingo, diciembre 04, 2005

Nuevos discos de los Presidentes de allá arriba

Sufrimos mucho los pocos fans de esta banda cuando a mediados del 2001 una noticia empezó a correr en la web: Freaked out and small (2000) había sido el último disco de The Presidents of the United States of America. Los blogs y páginas de fans (no tantas) contaban que Chris Ballew, su cantante y bajista había tenido un hijo y andaba con ganas de abandonar un poco el mundo de los business musicales para ser un padre-presente. El gesto tenía algo de dignidad, esa que le conferimos automáticamente a toda persona que renuncia a algo, pero lo más importante era que al fin y al cabo nosotros no tendríamos más discos de ellos.

En aquel entonces me propuse escribir una nota sobre ellos. Quería contar mi versión de quiénes eran, o lo que era peor: quiénes habían sido. Como tantas otras cosas que no hice, la nota fue volviéndose interminable y a cada rato encontraba algún nuevo dato que debería incluir.
Siempre me habían gustado sus canciones, cercanas al sonido grunge, sí, pero sin esa oscuridad y ese sufrimiento. Eran de Seattle, como Nirvana, pero despertaban la sospecha de que habían encontrado el secreto para ponernos contentos sin que eso signifique simplemente hacernos caer en la estupidez. Una alegría bien entendida, algo así como la de los discos de Talking Heads o They Might Be Giants, que te pueden levantar un mal día con sólo una canción de tres minutos. Todos conocimos a The Presidents por Lump (“she’s lump, she’s lump, She might be dead”) o Peaches (los “millions of peaches for free” que El Otro Yo luego consideraría inútiles para la salvación en 10.000.000).

Una guitarra con tres cuerdas, el bajo con dos cuerdas y una batería (sin cuerdas, bromean ellos) apenas completa. No necesitaban más que eso para hacer buenas canciones. Nada de solos y virtuosismo, ellos buscaban la estructura despojada de la canción. Como los Ramones en los setenta. Si la canción es lo suficientemente hermosa se banca con indiferencia su desnudez en cualquier lugar. Y a esta estética The Presidents la lleva hasta sus últimas consecuencias. No hay siquiera traición en el piano que se agrega en Tiny explosions: es apenas rítmico. Por eso sus discos apenas sobrepasan los 30 minutos, lo que nos lleva a intuir que muchos discos –obvio, no todos– podrían reducirse a esa duración y que el resto es apenas exhibicionismo técnico.
En las disquerías de Rosario era muy difícil conseguir noticias de ellos pero por suerte está la web: Pure Frosting (1998) se podía bajar (o ¿por qué no? comprar en varias tiendas virtuales). Un disco de versiones en vivo, de cosas nunca aparecidas en disco, etc... lo que decía Frank Zappa: “otro intento de las discográficas de venderles dos veces lo mismo”. Sí, pero cómo puede hacer un fan para contenerse ante ese ofrecimiento. Sí, sí, ya sé, la nostalgia por ellos no se calmará por un disco de “lados-B” pero es un poco más digno que formar una banda tributo y decir: “ya que nos los pude ver, esto es lo más cercano que puedo tenerlos”. No, vade retro, el disco de misceláneas estaba bien: aceptable.

La nota que nunca escribí iba a terminar con una reflexión sobre qué hacer con la horfandad en que nos dejan nuestros grupos amados pero una noticia que me llega de un sitio (alguno de ésos a los que uno se suscribe sin saber bien por qué) volvía a cambiar las cosas. ¡The Presidents se reunía otra vez! Y no para una despedida “como nuestros fans se merecen”, sino con disco nuevo bajo el brazo. Qué miedo. Uno ya estaba empezando a idealizarlos y ahora habría que ver si ese regreso pagaba nuestras expectativas.

Love Everybody es el nombre de esos 35 minutos de felicidad que The Presidents nos regala en 14 canciones. Ninguna nostalgia, ninguna mirada poco elegante de su pasado. Que bueno contar con una banda que no actúa lo que ya fue. Que bueno no estar huérfano de banda y poder pensar en serio que no toda la buena música pertenece al pasado.

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Show de Gillespi en Luna Bar el viernes 21-10-2005

La banda de Gillespi vino, vió y venció. Un público ansioso lo esperaba en la calurosa noche del viernes y el trompetista de Buenos Aires llegó para cumplir con las expectativas que genera su propuesta: música y humor. En un escenario excesivamente pequeño, los 7 integrantes de la banda trataron de acomodarse y sortear los problemas de sonido -de todo tipo- que a través de la noche fueron surgiendo. Problemas que contribuyen, a su manera, a crear ese clima de "living con amigos a las cuatro de la madrugada" tan característico de los shows de Gillespi.

Con canciones de sus último discos -"Es" y "Bell Vill"- y una banda formada por Pablo Plebs (guitarra), Juan Miguel Valentino (Guitarra), Gustavo Giles (Bajo), Gerardo Prícolo (Batería), La Cabra (voz) y Alejo Scalco (teclados) el show avanzó con soltura. Se extrañó la presencia de Patán Vidal en piano, anunciada por los diarios, que ha venido acompañándolo desde hace tiempo aunque es justo decir que Scalco cumplió con solvencia su reemplazo. Si dejamos de lado las cuestiones de un sonido deficiente, la banda de Gillespi sabe muy bien lo que hace. Los solos a la Wes Montgomery de Valentino (que tiró la idea de venir con su grupo "Valentino Jazz Bazar" para estos pagos), el color más rockero de Pablo Plebs, la voz de La Cabra -¡increíble!- y un solo cargado de buen gusto, algo de pirotecnia y mucho de destreza a cargo de un impecable Gustavo Giles que recibió una ovación gigantesca y se convirtió en el punto más alto de la noche.

Cuestiones musicales que hay que remarcar porque a veces lo humorístico es tan preponderante en sus shows que uno empieza a olvidarse de que esto también era una invitación para escuchar música. De lo otro, el humor, Gillespi se encarga jugando con historias inverosímiles sobre los integrantes de la banda, haciendo el horóscopo chino de alguien del público (Valentino es su astrólogo estrella en el programa de las medianoches de la FM Rock & Pop) y riéndose del nivel de desorganización de sus perfomances. Los que fueron a buscar sólo música salen un poco -no mucho- defraudados, los que fueron a ver al conductor de Radio y Televisión y muy poca música también. Salen beneficiados quienes saben que van tener la oportunidad de estar en el living de Gillespi, escuchar a su banda de ¿funk? ¿jazz? y reirse un rato con sus ocurrencias. Un buen rato con alguien que se parece bastante a un amigo personaje.

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miércoles, septiembre 07, 2005

Recital de Tai y X-Piral en El sótano

La noche estaba anunciada como "Noche de Nü Rock" y hubo algo de publicidad engañosa en el título. Quizás la parte más "rock" la iban a aportar la gente de Minicubics -no lo sé- pero la noticia de que el cantante de esa banda tuvo "problemas personales" y no se pudo presentar a último momento nos dejó a solas con la parte "nü". Nü metal para ser más precisos: porque, digámoslo de una vez, lo del jueves fue una noche de "Nü Metal", y bien clásico. Guitarras con buenas pedaleras, contrastes entre serenidad contenida y explosiones distorsionadas, ritmos bien trabados y trabajados, bajos con grooves bien graves. Es decir, una vez más, Nü Metal.

Poco tengo que decir de las excelentes actuaciones de Xpiral y Tai. Salvo que ambas sonaron muy bien y que integran una camada de bandas rosarinas (junto a Fluído y Gurú, entre algunas otras) que se toman en serio lo que hacen. ¿Por qué hablo de las dos bandas sin particularizar o dar más detalles? Porque creo que, como muchas bandas de género, están transitando un camino ya recorrido. Lo hacen bien, muy bien incluso, pero las fórmulas se repiten a mansalva. Tan es así que llegué a sentirme tentado de copiar mi propia crónica de recitales de otras bandas Nü Metal. Puedo hablar de sus guitarras con delays, chorus y distorsiones, de esos bajos de 5 cuerdas golpeando bajo, de la tranquilidad/explosión de sus canciones, de las palabras típicas de estas canciones. Puedo usar la fórmula tan trillada de decir que para los "amantes del género" fue una fiesta. Y no estaría mintiendo.

El nombre Nü Metal se encierra sobre sí mismo dejando el saldo de una imposibilidad. ¿Qué vendrá después de él? ¿El "Nü Nü Metal"? Digo, ¿acaso New York no se transformaría, según Futurama, en "New New York"? ¿Acaso Incubus no empezó a cambiar alejándose un poco de sus raíces y llevando su estilo al universo de la canción? Quizás, por todas estas cosas, el mejor momento de la noche fue cuando la gente de Xpiral tomó una guitarra acústica y jugó al "unplugged" -trillado, lo acepto- pero que tuvo de interesante el hecho de abrir el juego para otros lugares.

No temiéndole al enojo de los lectores de esta crónica, me imagino que lo mejor de estas bandas empezará a venir cuando dejen de visitar al Nü Metal (¿podríamos irlo llamando "Old Nü Metal"?) como si fuera un bazar y prueben violar los límites de esos géneros. Mientras tanto podemos seguirlos para escuchar buenas bandas con buenos músicos en un camino muy largo.

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miércoles, julio 13, 2005

Nota sobre el show de R.E.S.C.A.T.E. en el Patio de la Madera

¿Te gusta Bob Dylan? ¿Te gusta U2? ¿O Stevie Wonder? ¿Evanescence? ¿Ray Charles? ¿John Coltrane?¿Johann Sebastian Bach? ¿Que tienen todos estos músicos en común? Que muchas de sus letras y melodías son esencialmente cristianas. Algunos lo sabemos, otros no, pero a todos nos suena como "está bien, son cristianos pero son del hemisferio norte y entonces no pasa nada". Ahora si te digo que R.E.S.C.A.T.E. es una banda de rock gospel o cristiano casi esencialmente rosarina ¿no te parece que molesta un poco más que lo anterior? Bueno, con todos estos prejuicios en la mochila me acerqué a su CD, a su recital y a la mesa de un bar para charlar con Ulises Eyherabide, cantante de la banda.

¿Era necesario hablar de cristianismo o religión un viernes a la mañana? ¿Podríamos hablar un poco sobremúsica? Después de todo, estaba sentado frente a un músico. Ulises fue categórico: "que siempre hablemos de religión es culpa de la prensa, que siempre busca ese costado nuestro. Nosotros somos tipos que elegimos esta temática porque es lo que sentimos de verdad y no nos da hacer una apología del reviente cuando en tu público hay pibes de entre 12 y 15 años que se toman un tetra con tu guiño mientras te tomás un Jack Daniels en tu camarín". La manera de decir las cosas de Ulises muestra un líder muy carismático que, ante todo, siente lo que dice y eso no es poco.

"Claro que hay pogo en nuestros recitales, mañana lo vas a ver", me contestó sonriendo ante mi impericia(uno no trata con rockeros cristianos todos los días). Seguimos hablando de su historia de 15 años que arranca a principios de los '90, que incluye la lucha por un espacio para el rock gospel en español, de sus giras porEuropa, U.S.A. y América Latina, de su reciente contrato con SONY Music que parece coronar los esfuerzosde esta banda y a la vez habla del nivel de profesionalismo que han alcanzado.

El recital de R.E.S.C.A.T.E. (REyes al Servicio de Cristo Ante Tiempos Extremos, ay, como nos cuesta laestética cristiana ¿no?) fue una revelación. Cerca de 3000 personas en el Patio de la Madera saltaron, poguearon,sacaron a relucir sus trapos, cantaron y festejaron cada canción. La banda suena tremenda y tienen varios verdaderos hits escuchables en cualquier radio, y si no me creen intenten quedarse quietos mientras escuchan"Otra Oportunidad" o "Jesustone". Las letras sonarán cristianas a quien sepa algo del grupo, de lo contrario sonletras y nada más que eso, más aún en estos últimos discos donde quieren que el público haga su interpretación personal, lo que de alguna manera también puede sonarnos -sí, uno es desconfiado- a una búsqueda de salida del ghetto del rock gospel. A veces Ulises Eyherabide sonaba un poco verborrágico y declarador de principios entre canción y canción pero la verdad es que se lo notaba muy eufórico. "No nos importa si sos católico o protestante, Cristo no hace ese tipo de distinciones, solo le importás vos" decía a un público exultante. Toda una experiencia aún para los que no somos creyentes. Si uno quita el mensaje cristiano no suena tan distinto de las arengas del hardcore "straight edge" apelando por una vida sin drogas ¿no?

Mientras me compraba una Arde Rock & Roll, que los tiene como protagonistas en su tapa, en el puesto de merchandising de R.E.S.C.A.T.E. (remeras, posters, pins, discos, etc) empezé a pensar en esta nota y como terminarla se me ocurrió escribir: ¿por qué no?

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viernes, mayo 27, 2005

Recital de Natas y Sinapsis en el Galpón 11 del CEC

El Galpón 11, al lado del río, era una heladera el sábado a la noche y la verdad es que había muy poca gente cuando comenzó el show del trío rosarino Sinapsis. Mucha fuerza y ritmos bien bailables de esta banda techno-rock con claras influencias de Depeche Mode, Kraftwerk o Joy Division. Más cercanos al concepto de “tocar” música que tienen los dj´s, brindaron un set muy electrónico que el público no acompañó: todos permanecimos a tres o cuatros metros de la valla. Y para peor, sin bailar. Lo que al hablar de este género y de nosotros como público es bastante malo.Los tres integrantes, Charles Egg (sintetizadores + programaciones), Martín Arias (guitarras) y Leandro Giandoménico (batería), dieron todo de sí pero no alcanzó, el frío reinaba y bailar no parecía ser una opción para entrar en calor. Además, la energía de las canciones comenzó a decaer ante tanta insistencia del mismo tempo, que las volvía parecidas unas a otras y hasta intercambiables quizás. La aparición de un cover de Depeche Mode amagó con soltarnos un poco pero las falencias de la voz de Charles Egg les jugaron en contra.

Lo del público rosarino es ya una especie de pacatería clásica que atenta contra muchos grupos (recuerdo en especial un recital de Santos Inocentes donde todo ardía sobre el escenario y abajo éramos unos perfectos esquimales). Más allá de ese detalle “sociológico”, la propuesta de Sinapsis, cuidada en aspectos de vestuario y puesta en escena, se tornó repetitiva musicalmente y quizás eso haya contribuido a nuestra frialdad.

La gente de Natas apareció sobre el escenario y el público empezó a acortar esos tres o cuatro metros que los separaban de ellos. Para casi todos, ésta era la primera vez que podíamos ver a este grupo tan mimado por la prensa (sobre todo, la de Capital Federal) y queríamos estar cerca.

El grupo, integrado por Sergio Chotsurián en guitarra, Gonzalo Crudo Villagra en bajo y Walter Broide en batería, vino con la excusa de presentar su nuevo disco Munchen Sessions grabado en Münich (Alemania). Era un buen gancho para nuestra curiosidad ver a esta banda que grabó en Europa y que trae encima más de 10 discos (la mayoría inconseguible), lo que habla -una vez más- de nosotros como público ¿no?

Su música es bastante inclasificable y resuenan en ella miles de influencias y no sólo del mundo del rock. No se parecen a nada o se parecen a todo. Tienen el valor de una perla negra: son raros dentro de la escena del rock nacional. Invitan a algo distinto y allí reside su valentía y atractivo.

Ahora bien, y lamento no acordar con el enganche que tuvieron la mayoría de los presentes, yo me aburrí notablemente. Son distintos, es cierto pero eso no es un valor en sí mismo. Mucho periodismo de rock alaba la condición de “colgados”, de música de “cuelgue”, del primer Black Sabbath, del Pappo’s Blues de los ‘70, de Pescado Rabioso, de la psicodelia alemana, etc. Todo bien, pero debo sincerarme y contarles que su concierto me pareció aburrido y su música demasiado homogénea. Muy buenos músicos los tres, no lo pongo en duda y lo comprobé, siempre que estemos hablando de condiciones técnicas. Hay muchas fuentes en sus canciones pero el color sonoro de Natas los aplanaba con su fuerza stoner y heavy, sus distorsiones y sus “cuelgues”. A veces los temas se volvían interminables y todo empezaba a ser igual a todo.

Al igual que ellos, me molesta el rock pasteurizado y las estrellas salidas de reality shows, pero su propuesta -que reconozco distinta- no me convence tampoco. ¿Hablamos de música o de ser sencillamente distintos?

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Nota sobre el recital electroacústico de La Portuaria en Luna Bar

En un reportaje de un par de meses atrás los integrantes de La Portuaria trataban de precisar ante el periodista en qué consiste eso que todos llamamos "éxito". El baterista (el rosarino José Luis "Colo" Belmonte) decía: “el éxito es disfrutar lo que se hace y tener la posibilidad de seguirlo haciendo”. Teniendo en cuenta esas palabras podemos decir que La Portuaria es un grupo totalmente exitoso porque la felicidad que irradiaron detrás de sus instrumentos fue avasalladora y, mejor aún, contagiosa. ¡Cuantas ganas de tocar que tienen estos tipos que -encima- vienen remando hace tanto! Como si fueran apenas unos primerizos.

Atendiendo al repertorio, el show incluyó algún material nuevo que saldrá en el próximo Rosa de los Vientos, muchos temas de su último 10.000 Km ("Besos y rezos", "Discúlpame", "Huracán", "10.000 Km", "Geisha", "Bajo la piel", "Nadie sabe dónde va"), más algunos rescates de toda su carrera como "El bar de la calle Rodney", "Los mejores amigos", "Nada es igual" y "La cruzada del hombre" en una hora y media de duración.

Lo atractivo de este concierto de La Portuaria pasó por su manera de encarar el título de show "electroacústico", que a esta altura podía sonarnos como un apenas disimulado eufemismo de fórmulas demasiado frecuentadas: unplugged, desenchufado, etc. Mientras que muchas bandas se vuelven acústicas quitando la guitarra eléctrica y tocando exactamente lo mismo que en el disco "pero acústico", La Portuaria trabajó su sonido e instrumentos pensando en esta formación. Se notó que el paso de gente tan interesante -y rara- como Alejandro Terán, Fernando Samalea o Christian Basso dejó huellas en el grupo. El acordeón y los sonidos "electrónicos" de los teclados de Sebastián Schachtel, la batería con bombo legüero en lugar de bombo y el cajón peruano del Colo Belmonte, el bajo fretless (y el trombón) de Pablo Jiménez, y las guitarras (slide y 12 cuerdas) de Diego Frenkel y Adi Azicri se adaptaron de lleno a sus arreglos verdaderamente electroacústicos.

En una síntesis de música para bailar, sintonía con el público y canciones muy bien logradas, La Portuaria se levanta en el panorama del rock nacional como un lugar de dignidad: un espacio que han sabido ganarse haciendo lo que deben hacer. Sonar bien. Y los que estuvimos el viernes pasado en Luna Bar sabemos que fue así. Costó mucho dejarlos bajar del escenario. Ni nosotros ni ellos querían que la noche termine.

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sábado, mayo 14, 2005

Nota sobre el Show de Gonzalo Aloras en Luna Bar

Si había alguien que había quedado mal predispuesto por los últimos shows que Gonzalo Aloras había dado en Rosario, el show de Luna Bar del viernes 6 de mayo, fue toda una sorpresa. Una sorpresa bastante grata por cierto. Lo que en otras oportunidades sonó improvisado y desajustado, bajo la excusa de un cierto “intimismo”, esta vez se trasformó en precisión y calidad. Un trío con la presencia de dos grandes y no muy conocidos músicos como Mariano Sanci en bateria y Alvaro Ruiz en bajo, más un Gonzalo Aloras demostrando que el piano muestra un costado más interesante suyo.
El show tuvo muchos temas de su disco Algo Vuela (“Amor”, “Otro sol”, “Si te enamoras”, “2000”, “Emotival”, “Before you go”), también un tema nuevo (“Irán”) y unos cuantos covers (“Bad” de Michael Jackson, “Liberty City” de Jaco Pastorius, “Mañana en el abasto” de Sumo, “Salir de la melancolía” de Serú Girán en una muy linda versión junto a Fabián Gallardo, y un tema disco que no distinguí).
La idea de hacer “Liberty City” interactuando la big band de Pastorius -mediante grabaciones- con el trío de Aloras fue de muy buen gusto musical. Mostró la versatilidad de estos músicos. Pero en la virtud también encontramos el defecto. Incluir este material tiene el lado bueno de abrir la cancha hacia otros lugares pero también suena a pose y ostentación a la vez. Es que el show de Gonzalo Aloras tuvo un carácter doble. Muy buen nivel instrumental y compositivo pero el show se resquebbraja a la hora del feeling del artista con su público (salvo, claro, los incondicionales). Alarde, pavoneo y cierto derroche no le son para nada ajenos. Cuestiones que sólo destaco por como incidenen el clima que se genera en sus show y no por una “caracterización” que -es verdad- nada aporta desde lo musical.
La voz de Gonzalo Aloras, ahora sí en lo estrictamente musical, es algo que también juega un poco en contra de sus muy buenas canciones. Voz excesivamente cuidada y “académica”, cierta obsesión por pureza que le quita espontaneidad y nervio.
En resumen, un show que sorprendió por lo ajustado de la banda y por los arreglos muy atractivos y bien pensados. Canciones que gustan fácilmente por su delicadeza, más covers muy bien pensados. El piano fue su fuerte, la versión de “Mañana en el abasto” de Sumo con la guitarra sola mostró muchos lugares comunes: por suerte hubo mucho más piano.
Quienes habíamos salido defraudados de sus últimos shows nos encontramos con que vale la pena seguir yendo a verlo, es un músico interesante que en cualquier momento puede sorprendernos.

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viernes, abril 15, 2005

Show de Estelares y Coki en el CEC

La noche y el lugar eran ideales para un momento de buenas canciones con algo de rock. Bastante más gente que en los anteriores recitales que Estelares diera en Rosario. Una pantalla con videos iban preparando el clima. El último video fue de Bob Dylan, el cual festejó Manuel Moretti (cantante) al subirse al escenario para comenzar el show.

Los primeros tres segundos de "Bienvenida" mostraron un cuarteto de rock muy sólido que está pasando un muy buen momento. Buen momento como banda, en cuanto a convocatoria y, sobre todo, musicalmente. Supieron ignorar un sonido realmente deficiente, con problemas a lo largo de toda la noche, con energía y contacto con el público.

La mayoría del repertorio, tal cual adelantó Víctor Bertramoni (guitarrista), estaba centrado en su último disco: Ardimos. Y así pasaron "Virginia", "Disco Pub", "Feliz", "América". Pero el enorme crecimiento de Estelares se notó sobre todo cuando recordaron canciones de sus primeros discos (Extraño lugar y Amantes suicidas). El show en vivo renovó la energía de esas viejas canciones como: "La remera", "Pelotitas de ping-pong", "Mar del Plata" o "Fiestas de alcoba". Cualquiera que tenga esos discos y compare las grabaciones con las versiones del pasado viernes notará ese crecimiento, esa nueva estatura de los muchachos de La Plata.

Los momentos más emotivos del show estuvieron en la dedicatoria de "La coupé roja" a Miguel Abuelo y Federico Moura. Y también en el festejo del regreso de Calamaro (el Calamaro de "El salmón", subrayó Moretti) al tocar esa canción tan calamariana: "Moneda corriente". Ese parnaso personal (Abuelo, Moura, Calamaro) habla muy claro de la importancia que tienen las buenas melodías a la hora de hacer música para los Estelares. Y de cómo se apropian de esa tradición, dejándole su marca. Muestra de esto es la excelente versión de "Pronta entrega".

La noche de los platenses terminaría con "De La Hoya", ese tema que empieza a sonar y a hacerlos conocidos para el público masivo. Habría un bis que estuvo bien pero lo mejor de la noche ya había pasado.


El problema de sonido con que lidió la gente de Estelares tomó más protagonismo cuando subió Coki & The Killer Burritos al escenario. Una lástima porque la banda estaba preparada para dar una gran concierto que, a pesar de esto, lo fue. Con el estreno de Tito Barrera en la batería y Pana en bajo, la banda de Coki sonó muy rockera y renovada. Felizmente dejó atrás la porfía (de ser White Stripes) y encontró un formato más a la altura de sus buenas canciones. Incluso fue más sobrio el reciclaje de su obra, al que Coki nos tiene acostumbrado. Que levante la mano quien alguna vez no haya dejado de reconocer alguna canción suya por tanta deformación. Una especie de atentar contra sí mismo que es incomprensible la mayoría de las veces. Esta vez las versiones supieron encontrar el lado bueno de sus melodías: y el mejor fruto estuvo en la reelaboración de "Duro" y "Joselito".

Estuvo bueno el uso de la pantalla y esas imágenes tan "Coki" (no lo conozco pero esa es la imagen Coki ¿se entiende?). Ese tetra-brik giratorio, las fotos y tapas de discos de Joselito: el niño cantor, etc. Buena apuesta, que salió bien y construyó su microclima.

Y de yapa queda destacar que la voz de Coki mejoró sensiblemente con respecto a otros shows donde sólo se percibía el grito o la disfonía. Ojalá sea una nueva y buena etapa de Coki y sus Burritos. Las otras nos gustaban: ésta nos gusta más aún. Con Coki nunca se sabe...

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martes, abril 12, 2005

Entrevista a Víctor Bertamoni de Estelares

Hoy viernes a partir de las 21 hs. se presentan Coki and the Killer Burritos y Estelares en el CEC (Centro de Expresiones Contemporáneas) dentro del marco que incluye, entre otras cosas, proyección de cortos audiovisuales rosarinos y performance de clown. Corso Gómez dialogó con Víctor Bertamoni, guitarrista de Estelares.

En Rosario ¿saben lo que van a hacer o son de ir armando el show sobre el escenario?

En general, el armado del repertorio en cada show depende de que canciones queremos tocar ese día, lo vamos planeando en la prueba de sonido, a veces en la previa, momentos antes de salir a tocar. Aunque siempre damos prioridad a la canciones de Ardimos en los shows, mezclándolas con algunas de los discos anteriores y a veces algún cover.

¿Qué es un buen show para ustedes? ¿Uno tranqui escuchando "La coupé roja" o de gente bailando "Bienvenida" o "Virginia"? ¿O uno que tiene de todo?

Tenemos dos facetas, una parte más rockera, más para afuera, y otra algo más intimista y oscura, que necesitamos mostrar también, ninguna de las dos puede faltar.El buen show sería cuando el público se sube a ese viaje, atravesando los diferentes estados que proponen las canciones.

¿Qué de lo que está en el disco no hacen en vivo? ¿Tratan de sonar lo más cercano al disco o se olvidan de él cuando tocan?

Tocar en vivo es otra cosa que el disco. Cuando grabamos nos permitimos algunas aventuras. De todas formas el sonido del disco no está fuera de lo que es Estelares en vivo, sino que lo representa fielmente, aunque algo más contenido por una producción artística y demás elementos técnicos que entraron en juego en la grabación de "Ardimos". Por ejemplo "I'm lucky man" es una canción acústica con bases electrónicas, además con los coros de Hilda Lizarazu, todos esos elementos son difíciles de incorporar en un show de Estelares. En vivo sonamos algo más crudos, y explotamos eso, el feedback, la distorsión.

Como grupo ¿sienten que están viviendo un buen momento?

Estamos en una época de mucho show en vivo, en diferentes lugares del país, también fuimos a Uruguay y desde dos años atrás hasta hoy nos sucedieron cosas que derivaron en un crecimiento paulatino de la banda. Los viajes y la convivencia nos han aportado experiencias de vida que son enriquecedoras, es lo que siempre quisimos hacer. Estamos en una banda para tocar y grabar discos, hacer música, y sobre todo salir a tocarla por donde sea. Afortunadamente eso estamos haciendo.

¿Seguir viviendo en La Plata los ubica en cierta periferia?

Todos vivimos acá, menos Manuel que está viviendo Buenos Aires. La Plata es un lugar algo más tranquilo, da un poco más de aire, pero estamos cerca de todo, operativamente no es una traba ni mucho menos vivir acá. Y lo importante en Estelares siempre fue juntarnos, donde sea. Cuando eso sucede, inevitablemente salen ideas y nos inspiramos.

¿Creen en un rock "platense"? Digo, un rock con ciertas características lo suficientemente claras como para hablar de un rock platense.

Existen muchas bandas en La Plata con un sonido particular, y otras tantas que hacen estilo puro, y podrían ser de cualquier ciudad. Pero las primeras son las que buscan eso que está más allá de los limites estilísticos, algo distinto o nuevo, combinaciones que cuando se dan... decís: ahí hay algo! y justamente esas son las cosas que sobresalen y llegan a conocerse fuera de la ciudad, y así se ha formado el rótulo de "sonido platense". Creo que algo de eso hay.

¿Qué le deben al tango? ¿Escuchan tango o lo escucharon en cierta época?

Por supuesto que el tango está en nuestra sensibilidad, definitivamente. Yuyi, el papá de Pali canta tangos, yo crecí en casa de mis abuelos con la radio AM, tango todas las mañanas. Así cuando empecé a tocar la guitarra sentí siempre la deuda con el tango, hasta que hace ya unos años, di con un conjunto de guitarras, de la Casa del Tango de La Plata, y luego Manuel se incorporó también. Ahí aprendimos algo de los mecanismos del estilo. Están esos arreglos en algunas canciones que hemos grabado.Actualmente seguimos escuchando las grandes orquestas: salgan, Pugliese, Troilo, Grela; pero no lo aplicamos tanto en la banda, hoy estamos con más espíritu rock.

Los gustos de la banda ¿son más o menos homogéneos? ¿Qué están escuchando por estos días? (digo, la música que llevan en su discman, o en el estéreo del auto?

Cada uno tiene sus preferidos, pero nos juntamos con un objetivo que es hacer sonar canciones, cada uno aporta lo suyo, su tendencia. Siempre están en mi auricular "Neil young", "Teenage fanclub", "T-Rex, Graham Coxon", "Canned heat" y alguna novedad que ande dando vueltas.

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jueves, marzo 24, 2005

Recital de El Regreso del Coelacanto y Árbol en Willie Dixon el viernes 18-03-05

POST-CROMAÑÓN

Pocos días antes del recital nos enterábamos de que Árbol agregaba otra fecha: el domingo 20. ¿Llenaron de tal modo la fecha del viernes 18 que tuvieron que agregar otra? Sí, pero con un lleno razonable. Los que estuvimos el viernes en Willie Dixon éramos muchos pero estábamos bien. Nada que ver con fechas anteriores a lo que sucedió en República de Cromañón donde apenas se podía respirar entre tanta gente. ¿Habremos aprendido a respetar al público o se mantendrá así por un par de meses hasta que “la cosa pase”?

EL COELACANTO REGRESÓ ...

Y que bien que hizo porque la verdad es que está pasando un momento bien alto. Producidos y apadrinados por Pablo Romero (Árbol) han logrado un sonido y una puesta en vivo impecable. Cada detalle en su preciso lugar: Andrés Abramowski y Luciano Degaetano apostando fuerte a su presencia –absolutamente– coreográfica sobre el escenario. Un vestuario simpático e intachable. Los arreglos de voces justos que demostraron, de paso, que no se necesitan “grandes” voces ni destrezas vocales para ser convincentes y llegar.
El público bailó, pogueó y cantó todas esas canciones redonditas. "Te conozco de algún lau", "Bailen giles" y "Padre de todos los sanguches". ¿Cómo no divertirse cuando una banda suena así? ¿Cuándo están poniendo todo para hacer un buen show y sonar bien, y encima les sale?Es de esperar que El Regreso del Coelacanto crezca “comercialmente” y su música llegue a todos lados. Tienen mucho a favor y ojalá sepan aprovecharlo. Nosotros seremos los beneficiarios.

EL ROCK ARBOREO

Vestidos de blanco, el show de Árbol arrancó bien arriba con “Trenes, camiones y tractores”. De ahí en más casi todas serían canciones de sus dos últimos discos: Chapusongs y Guau. “Chikanoréxica”, “Soylazoila”, “Canciones”, “Comida chatarra”, “Cosacuosa”, “Enes”, “Vomitando flores”, “De arriba, de abajo”, “La nena monstruo”.
Es infrecuente la fama de Arbol: el éxito astronómico de “Pequeños sueños” (difundido hasta el hartazgo por las radios y los canales de videos pero sin llegar a cansar del todo) estaban a la misma altura que cualquier otra canción. Quiero decir, todos los que llegaron a Arbol a través de sus hits han comprado su disco (o lo han copiado) y lo escucharon de punta a punta. Y así descubrieron toda su música. Por eso “Ya lo sabemos” fue cantada y festejada al mismo nivel que “Suerte” o “Ya me voy”, con la que cerraron el show antes de los bises.
También es interesante remarcar como exploran los límites de las canciones. El uso de secuencias mínimas (sin instrumentos en vivo salvo un órgano de juguete) en “Lloro” cantada por Martín Millán, baterista de la banda. Los cambios rítmicos entre 4/4, 5/4 y 6/8 de “Vomitando flores” hechos en vivo (Soda Stereo tenía una canción –“En el séptimo día”– en 7/4 que, por su dificultad, rara vez tocaban en shows). Las voces paralelas del final de “Ya me voy”. Pequeñas muestras del buen nivel del grupo pero también huellas que deja el productor Gustavo Santaolalla en cada cosa que graba. Pequeñas muestras que derriban la estúpida idea de que la música popular debe ser “fácil”.
Y la música de Arbol también es satírica y ocurrente (con algunas influencias: “Apariencias” o “La chusma” de Leo Maslíah la más obvia) como en “Prejuicios”, la cita oportuna de “Oh l’amour!” de Erasure y “Back in black” de AC/DC en la versión de “Soylazoila” que estrenaron en Willie Dixon y la divertida letra de “Suerte”.
Un recital de buen gusto, rockero (incluyendo todo lo que esta palabra abarca), con canciones parejas (nada de rellenar el disco). Un final increíble con la versión coral de “Ji ji ji” que acompañaron con una coreografía puntual. Arbol está en el mejor momento de su carrera y es de esperar que siga creciendo y haciendo música por mucho tiempo más.

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Entrevista a Cuni Massa

Este sábado vuelve a tocar Cuni Massa y su banda luego de una larga ausencia. La cita es a las 23 horas en García y contará con la participación de varios invitados. Con motivo de este regreso RosarioRock la entrevistó telefónicamente.

Sabemos que estuviste en España. ¿Tuviste alguna experiencia musical interesante allí?

Mirá, yo fui a trabajar y no con la música. Obvio que lleve un par de discos míos para mostrar y básicamente la respuesta es que “el mercado busca otra cosa”. De todos modos me dí el gusto de tocar en algunos lugares sola con mi guitarra. Canciones mías, algunos covers (de Fito Páez sobre todo) y también tangos.

¿Tangos?

Sí. De chica descubrí en mi casa un disco simple de Amelita Baltar que de un lado tenía “Balada para un loco” y del otro “Chiquilín de Bachín” y que no podía dejar de escuchar. Es una música que tengo muy incorporado.

Es algo que se nota en tu manera de cantar o de arrastrar las palabras. Muy presente en tu E.P.
Todo el mundo me dice que sueno tanguera. Aunque yo los deformo o los rockeo un poco.
¿Vas a hacer tangos este sábado? ¿Qué más vas a hacer?


Sí, voy a hacer alguno yo sola con mi guitarra. Quizás “Malena”. Esta fecha es muy especial por la muerte de alguien tan querido e importante en la banda como fue el Bambi García. No sabíamos si suspender la fecha pero ...

Está bueno que toquen ...

Sí, lo charlamos y creemos que seguir para adelante es bueno. Estamos medio shockeados aún pero vamos a tocar. Hay varios amigos que van a estar presentes tanto en el público como sobre el escenario acompañándonos en este momento.

¿Y aparte de los tangos?

Lo más importante nos olvidábamos. Canciones del E.P. y también algunas anticipaciones de lo que será mi próximo disco que se va a llamar “Pirar”. Además de algunas cosas de canciones ajenas que siento muy mías porque las versiono a mi manera.

Recuerdo una versión muy power de “Polaroid de una locura ordinaria” en el Lavardén hace unos meses, antes de irte a España.

Exacto, eso. Hacer una canción de esas que tienen mucha fuerza y agregarle todo lo que nuestra banda pueda.

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miércoles, diciembre 22, 2004

"La Venganza" de Charly García en el Anfiteatro el 18-12-2004

En un reportaje de hace poquísimos días le preguntaron a Charly García si estaba rescatando canciones que hace mucho tiempo no tocaba en vivo. Siempre lúcido, le contesta: "Rescatar es una palabra muy heavy. Yo prefiero pensar que el pasado, el futuro y el presente están acá siempre y que no rescato nada". Y para quienes estuvieron el pasado sábado 18 en el Anfiteatro esa permanencia del pasado en el presente fue palpable. Cada canción era una parte de cada uno de nosotros, cada uno tenía sus preferidas: aquella que lo había acompañado en algún momento o durante tanto tiempo. Las canciones de Charly García son partes de nuestras vidas y nada será capaz de alterar esa relación: ni siquiera el mismo Charly García. Pero vayamos más despacio.
Con apenas media hora de retraso y un Anfiteatro repleto, el show arrancó con la poesía directa y cruda de "Me tiré por vos" y desde allí en adelante todos fueron canciones casi gloriosas. "Adela en el carrousel", "Seminare", "Popotitos", "Perro Andaluz", "Yendo de la cama al living", "Los dinosaurios", "Desarma y sangra", "Hablando a tu corazón", "Fantasy", "Fax U", "Fanky" y podría seguir enumerando: demostración -innecesaria- de que esas canciones viven en nosotros.
Ahora bien, al ofrecerlas en un show ¿Charly las mejora, les da una nueva vuelta de tuerca o las mantiene intactas? Podría arriesgar que las mira su nuevo punto de vista estético basado en la desprolijidad deliberada sin quitarles energía -agregándosela a veces- ni destruyéndolas. Pero a veces juega en el límite. ¿De qué otra manera podemos entender sino las versiones de "Los dinosaurios" o "Desarma y sangra" donde desaparecen los pianos -¡esos pianos increíbles!- para dar lugar a unos sonidos de Casio Tone Bank de dudoso gusto? No importa, sabemos que nadie, ni el mismo Charly podrá quitarnos dos de los mejores pianos de la historia del rock nacional de nuestras cabezas. Ni su abrazo con Menem puede mellar nuestra idolatría: Charly es inimputable. Chocolate por la noticia!!!!
Pudimos cantar todas las canciones y también quedarnos con las ganas (hubo tantos temas amagados como canciones en el repertorio: todo un festival del amague), pudimos escuchar versiones que no hacían justicia a nuestra memoria ("Perro andaluz", que bien sonaba Serú Girán en ese disco!), pudimos asombrarnos con el bajista chileno Carlos González llevando muy bien "Eiti Leda" en el final (no parecía capaz de tocar lo que toca Aznar en ese tema, y sin embargo ...), pudimos festejar buenos chistes y también pavadas (a Charly se le festeja todo: es un ídolo, como Maradona), pudimos escuchar apenas el trío de cuerdas porque el sonido no ayudó para que se destaquen pero igual quedaban lindo (poner cuerdas le da cierto "nivel" al asunto aunque el "nivel" no se notó demasiado), pudimos disfrutar todo un show (con Charly ... nunca se sabe), pudimos ver una formación atípica sobre el escenario (las cuerdas casi escondidas, batería al costado, guitarrista y bajista sentados atrás y él en el centro rodeado por una parafernalia de teclados).
Charly García hoy, es eso: desprolijidad, talento, nostalgia y anti-nostalgia a la vez, canciones enormes y ejecuciones pequeñas pero que jamás podrán opacar lo que significan para nosotros. Charly García, como todo ídolo verdadero, habla de nosotros, de lo que escuchamos y cómo lo escuchamos, de lo bueno y lo malo de la música y participar de un show suyo sigue siendo una experiencia total donde no hay nada que rescatar -como dice él mismo- porque esa música está siempre con nosotros.

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viernes, diciembre 17, 2004

Show de Mundo Bizarro y El Regreso del Coelacanto

Pocos minutos antes de comenzar el show se notaba que el Teatro del Parque Españales había quedado grande a las dos bandas. Grande y extraño. Menos de un tercio de la capacidad completa en una sala donde habitualmente se ven otras cosas. La gente que se acercó este sábado no parecía ser la misma que se acerca a los shows en salas más "rockeras". Pero había que comenzar y apenas pasadas las 21:30 apareció Mundo Bizarro.

MUNDO BIZARRO

La gacetilla que los mismos grupos difundieron sobre este show aclaraba que ellos hacían ¿rock? El gesto lo entendí recién comenzado el show porque la música de Mundo Bizarro bien puede ser catalogada como ¿rock? o, según prefiere este cronista "no-rock". Me explico: el rock puede incluir la crudeza de Carmina Burana, la inocencia melódica de Gonzalo Aloras, el desparpajo de Murió de Asco o la liviandad de Fruta Deliciosa pero me cuesta pensar a Mundo Bizarro como un grupo rockero o al menos ¿rockero? Prejuicio del cronista, se entiende.
La banda, aunque no alcance, suena ajustadísima y relajada. El saxo soprano y el clarinete del Chivo González barniza las canciones acercándose por momentos a las intervenciones de Branford Marsalis o Wayne Shorter en la música popular pero saliendo ileso en la comparación. Chivo González ha logrado un sonido y un fraseo bastante personal que los festivales de jazz de la ciudad han sabido aplaudirlo. El otro integrante que tiene brillo propio es el bajista Armando Sabia (¿se acuerda alguien de La Data?) con la actitud más rockera en el escenario, lo que por momentos lo dejaba un tanto desubicado en ese contexto.
Las canciones (¿o debiera decirle "composiciones" en este caso?) pecaban de ser sobrearregladas. Una especie de falso minimalismo que hablaba de otras épocas y otros mundos (el del jazz fusión por ejemplo). Los registros vocales y la manera de cantar de De La Riestra e Irene Cervera hablan definitivamente de otras épocas. De otros mundos alejados del rock. El momento de De La Riestra invocando "al dios del Rock and Roll" para largar una canción ¿rockera? fue lo más cercano a aquella canción punk de Leo Maslíah (si no se la acuerdan basta con imaginar a Leo Maslíah haciendo punk). La diferencia es que Leo Maslíah lo hacía como chiste y acá no se logra ver si es una humorada o no. Ni el interesante solo de guitarra de Lucas Dimare logró rockear la cosa.
El clima de las canciones de Mundo Bizarro por momentos aburre. Mucha tranquilidad, demasiados arreglos. Y cuando se meten en el ¿rock? suenan a arquitectos hablando sobre biología. A lo mejor no era la mejor idea hacer un show junto a El Regreso del Coelacanto.

EL REGRESO DEL COELACANTO

Después de la actuación tranquila de Mundo Bizarro la aparición del Polaco Abramowski y los suyos con un vestuario y maquillajes increíbles fue una bocanada de aire fresco. ¡Cómo ha mejorado esta banda en los últimos tiempos! Todo, cada cosa, cada pequeño detalle estaba apuntado a divertirnos. Los arreglos, el vestuario, ¡las coreografías!, la teatralidad. Era imposible no disfrutar y no sentirse homenajeado como espectador.Que gusto da ver un grupo que cuida todo y ensaya cada movimiento pero a la vez no pierde la frescura y la espontaneidad. Que entrevera zydeco, ska y rock; violín, flauta, mandolina y guitarra eléctrica, y de esa mezcla saca una voz propia.
La banda formada por Andrés Abramowski (voz, guitarra, mandolina), Federico Alabern (guitarra, voces), Luciano Degaetano (voces, armónica, flauta), Mariano Obaid (Batería), Nahuel Marquet (Teclados y voces), Maximiliano Natalutti (Violín y voces) y Lisandro Sague (Bajo) dio un show muy enérgico y con momentos inolvidables como el del hit "Te conozco de algún lau". Quizás la única contra sea el lugar del show, que a las claras no fue su hábitat natural. Mejor le quedan los pubs, los bolichones: lugares donde acompañar de abajo tanta entrega desde arriba. El humo y el antro que quisieron evitarnos no hubieran estado mal.Está preparándose un nuevo disco con la producción de Pablo Romero (Árbol) y si tiene apenas un poquito de todo lo que hubo en este recital me animo a presagiar un muy buen disco. Ojalá que no pase tanto tiempo para volver a verlos y que la próxima el lugar sea más acorde.
El final con las dos bandas juntas sobre el escenario sirvió para mostrar que la buena onda que pueden tener estos músicos entre sí no basta para sumar desde el punto de vista musical.

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lunes, noviembre 15, 2004

Nota sobre el festival ROSARIO BURNING en el Willie Dixon

SINCRONICEMOS NUESTROS RELOJES

Las gacetillas distribuídas por la gente encargada de la organización de este ROSARIO BURNING destacaba que el horario de inicio era "21 hs. (PUNTUAL)" textualmente. Por eso mucha gente quedó desubicada al llegar a Willie Dixon a esa hora y encontrarse con las puertas cerradas y la prueba de sonido -a pleno- dentro. Digan que la lluvia comenzó más tarde. Habrá que hacer una tabla de conversión horaria: cuando se anuncia a las 21 comienza a las 00, cuando se anuncia a las 22 comienza a la 1 y así ...

GAROTOS DE RIO DE JANEIRO

Una vez abiertas las puertas, Willie Dixon empezó a despertarse lentamente con música rockabilly. El boliche recibía una noche de crestas y jopos con remeras de NOFX, Ramones, Massacre, 2 Minutos, cuando comenzó el show de la banda rockabilly de Río de Janeiro: BIG TREP (o Grande Trepada, como dicen sus discos). El trío de los hermanos Mauricio y Eduardo García (guitarra y contrabajo) y Fernando Oliveira (batería) abrieron el juego en una sala con poca gente. Su primer tema -"Cachaça Beat"- mostró una banda que viene tocando hace mucho en Brasil y totalmente capaz de mover los pies de cada uno de los presentes. El sonido de Big Trep está influenciado por Reverend Horton Heat, Hillbilly Hellcats, Stray Cats y The Big Town Playboys sin el virtuosismo de Brian Setzer o Jeff Beck pero con una agresividad muy percusiva del contrabajo y buenos arreglos. El sonido, que lamentablemente carecía de graves, no fue obstáculo para un show muy efectivo y bailable. Dentro de los límites del género la banda versionó "Janie Jones" de The Clash y "Folsom Prison Blues" de Johnny Cash, sumados a sus efectivos "Medianoche insana", "Trem" y "Surf Dracula". Cuando nos dimos cuenta se había pasado la hora y los brasileros nos habían entretenido casi una hora con su música. Jopos, patillas, guitarra de caja, contrabajo blanco y mucha energía en el escenario.

¿DONDE ESTAN LOS TAPONES?

El festival ROSARIO BURNING había empezado muy bien, el Willie Dixon seguía recibiendo gente, quedaba bastante por ver, estábamos pasando una buena noche. Todos bien predispuestos para recibir a JESUSRACER: un dúo de ¿R&R trío? de España. Jesús en guitarra y Juanillo Basura en 'semi-batería'. ¿Cómo White Stripes? Definitivamente no. Tanto grito pelado, tanta "actitud", tanta guitarra distorsionada, tanto golpe frenético del baterista que tocaba parado y usaba lentes graciosos, tanto pero tanto tanto que uno se preguntaba si esto no era una broma para Videomatch. Salvo uno o dos yeites buenos -no más- de guitarra todo era ruido. Por eso son incomparables con White Stripes, porque los de Detroit tienen buenas ideas, conservan melodías (hasta Joss Stone pudo versionar un tema de ellos: "Felt in love with a boy") y ante todo se mantienen dentro de los extensísimos márgenes de la música. Sin parecérsele en nada Jesusracer me hizo acordar a esos discos de Death o Doom Metal extremos difíciles de considerar música. Jesusracer dicen estar cercanos a la psicodelia de Gun Club o Spacemen 3 pero en ellos lo 'psico' es sólo frenetismo.
De todos modos, era divertido y la actitud de estos gallegos de Almería resultaba simpática y todos estábamos viviendo un buen festival. La gacetilla los anunciaba así: "son algo así como la reencarnación primitiva, bruta y elemental de los primeros Cramps". Yo no lo dije, no conozco a The Cramps pero igual estoy totalmente de acuerdo. Primitivo, brutal y elemental.

CRESTAS Y JOPOS ROSARINOS

Afuera comenzaba a llover y adentro las cosas se ponían a punto para el arranque del local: THE BROKEN TOYS. La formación de sexteto (Ariel Vercesi, en guitarra; Sebastián Delfino, en contrabajo; Cristian Papalardo, en batería; Edgardo Pérez Castillo, en trompeta; Andrés Barle, en saxo tenor, y Santiago Vivas en voz) tuvo problemas de sonido toda la noche pero mostró un proyecto estético y referencial. Estético porque todos los detalles están tenidos en cuenta, desde los instrumentos hasta la vestimenta. Referencial porque en Rosario han abierto un camino para un tipo de público que no existía y que empieza a aparecer en sus shows y bien que se notó en en Willie Dixon cuando ellos estuvieron arriba.
The Broken Toys sonó bien aunque con varios desajustes. Es de festejar el hecho de búsqueda: no ser sólo una banda tradicional de rockabilly y agregar instrumentos de viento y guitarra acústica aunque por momentos suena a que aún no encontraron la fórmula. Lo cual no es malo: se nota que están tratando de personalizar un estilo ultracodificado metiéndose en el swing y el country y al precio de tener momentos híbridos también tienen hallazgos como "Tu papi no sabe" o "Mueve tu cuerpo".Santiago Vivas llevó adelante la energía del grupo y de un público que demostró respeto siempre y ganas de bailar a veces. Su pasado como músicos punk se notaba en los seguidores. Crestas y jopos swingeaban y se animaban a bailar y seguro que van a ser más los que se agregaran a estas filas. Los motivos que dan The Broken Toys están a la vista.

ATENTOS BIEN ATENTOS, PERO QUIETOS BIEN QUIETOS

Ya a sala llena, los daneses de The Defectors traian consigo un interesante currículum donde resaltaba la gira junto a los suecos The Hives. La última banda de la noche, que cerraba una propuesta nueva para Rosario.Con un vestuario básicamente negro (salvo la camisa op-art del baterista Jonas Jørgensen) la banda fue contundente desde el primer segundo. El gigante danés que cantaba -Mort Harder- ponía todo de sí y los músicos entregaban ese retro-rock basado en el sonido del teclado analógico (Farfisa) de Martin Budde y la efectividad de los yeites de Morten Elley (bajo) y Mik Stegger (guitarra). Mucha energía arriba, mucha atención abajo pero los daneses, al parecer, esperaban un poco más de agite abajo y el agite no vino. La música era ideal para eso. De todas maneras el cansancio o la entrada de otro público que no entendía bien qué pasaba jugaron en contra.
The Defectors no tenía nada nuevo que ofrecer (como tampoco lo tienen Franz Ferdinand, The Hives o The Distillers) pero al igual que esas bandas lo que hacen lo hacen muy pero muy bien. Exactos, prolijos y contundentes. Con la frente bien alta terminaron un show explosivo que poca gente festejó como correspondía. Cuando todos esperábamos el bis y un locutor incitó a ese regreso, desde los parlantes se escuchó "El viejo de arriba" de Bersuit y ahora sí ... todos cantaban.

HASTA LA PROXIMA ...

El saldo del ROSARIO BURNING es bueno y es de esperar que se siga haciendo. Musicalmente no había nada demasiado nuevo: rockabilly y lo que la crítica suele llamar garage. Es decir, gente que busca en el pasado y juega dentro de esos límites genéricos. Pero para Rosario la cosa es un aire fresco. No son muchas las oportunidades que tenemos de escuchar bandas de otros lados y ver qué pasa ahí afuera.
El sonido podría haber sido mejor pero tampoco fue tan grave como para opacar el festival. Cuestiones que los rosarinos iremos aprendiendo y nos darán la posibilidad de ver juntas bandas locales y extranjeras en noche interesantes como ésta.

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jueves, noviembre 04, 2004

Show de Perversos Polimorfos en Wolfen el viernes 29 de octubre

Perversos Polimorfos se presentó el viernes en Wolfen (Mendoza y Cafferatta). El lugar es un tanto inusual y "descentrado" (en el barrio Echesortu) para lo que es la escena local. Pero pensándolo bien, tal vez sea el lugar indicado para una banda bastante inusual y descentrada como ésta. Hay cierto nivel de caos en cada show de Perversos Polimorfos que invita a la alegría. Un caos -por otra parte- totalmente controlado por los cinco integrantes (Pol, Pony, Nono, Dal y el Negro que se agrega en segunda guitarra desde este show) y usado como efecto estético.
La noche abrió con "Eternidad", un tema instrumental y pesado que juega entre el riff heavy y las disonancias de las guitarras, haciéndonos acordar por momentos al tema principal del Inpector Gadget. El aire más funk de la noche llegó con "¿Quién?" donde bajo y batería se lucían en un intrincado groove dando muestras de la versatilidad de la banda. El momento más logrado sucedió a la altura de "Arlequín" y "Hasta que llegue el fin de mis días" que, por distintas razones, tienen peso como para convertirse en sus cortes de difusión.
Hay que remarcar que por momentos pareciera que Perversos Polimorfos no busca llegar por el camino más directo (el del hit). De que otra manera explicar "Marlboro" y "Toqué un gato muerto", otros dos temas instrumentales en el recital. El camino elegido parece ser el de buscarse a sí mismos dentro de las influencias, como la de Molotov en "La tercera es la vencida" y la espontaneidad de la zapada que hacen en cada concierto. La única concesión del concierto fue el pot-pourri de Nirvana que el público agradeció.
Ojalá que los Perversos Polimorfos toquen más seguido y ¿por qué no? en escenarios atípicos como éste. Han sacado su primer disco "En vivo" de manera independiente y quizás con la excusa de presentaciones podamos cumplir ese deseo.

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Show de Gillespi en Willie Dixon el 31 de octubre

Muchas veces ciertos puristas le preguntan a Gillespi si le cuesta separar todas sus facetas: la de músico, la de humorista, la de escritor, la de hombre de radio. Para suerte nuestra, la realidad no está guardada en compartimientos y todo se entrevera como puede. Gillespi es una pequeña muestra de que el resultado de esa mezcla incluso es divertido. Porque quienes estuvimos el domingo en Willie Dixon pudimos disfrutar de su música, de su histrionismo, de su manera descontracturada de concebir un show. Pudimos disfrutar "eso" que es Gillespi.
Acompañado por una banda de lujo: Patán Vidal (teclados), Gerardo Prícolo (batería), Pablo Plebs (guitarra), Gustavo Giles (bajo) y La Cabra (voz), la banda mostró su versatilidad para entregarnos ese batido de jazz, funk, reggae y soul. Músicos experimentados y con ganas de tocar. ¿Qué más podemos pedir?
Por la noche pasaron varias canciones de su última producción "Es" (2004) que aún no está muy difundida y también de su anterior "Superchatarra Speshal" (2003) que fue su entronización oficial como músico luego de ganar el premio Gardel. Los mejores momentos se dieron en la versión acelerada de "The Chicken" (Jaco Pastorius), en el solo de bajo de Gustavo Giles en "Extrabrut" donde asombró con su técnica (imagino la cara de los bajistas al ver ese solo), en un rescatado del olvido y bailable "Inbetweenies" de Ian Dury (autor del clásico "Sex & Drug & Rock and Roll").
Uno de los mejores momentos humorísticos de la noche (y hubo varios) fue cuando Gillespi dijo que tiene miedo de ser mufa, porque cuando le pidió el tema al manager de Ian Dury, al poco tiempo este músico murió. Hizo un silencio teatral y agregó: "y bue, será cuestión de pedirle una canción a Copani". Y uno pensaba a esa altura que bueno era estar sentado ahí, escuchando música, riéndose y rogaba que no terminase nunca.
Pero el show debe terminar y en ese fin vino un regalo de los músicos: "I don't wanna be so lonely tonight" con Patán Vidal y Gillespie, y la voz de La Cabra llenándolo todo. El regalo del público fue el silencio absoluto (y digo absoluto) con que escuchó esta versión. El Willie Dixon estaba irreconocible, ni siquiera los mozos se movían, daba la sensación de que se había creado un pequeño microclima y que cualquier ínfimo ruido podía destruir el encanto.
Cuando todo terminó, o al menos eso creímos, la gente de Willie Dixon hizo un regalo extra para los que nos quedamos un poco más. En la pantalla gigante pasaron un recital y entrevista a Miles Davis en su época más funk (con Ken Folley y su "piccollo bass"). A la mañana siguiente sería lunes pero eso poco importaba.

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