miércoles, diciembre 22, 2004

"La Venganza" de Charly García en el Anfiteatro el 18-12-2004

En un reportaje de hace poquísimos días le preguntaron a Charly García si estaba rescatando canciones que hace mucho tiempo no tocaba en vivo. Siempre lúcido, le contesta: "Rescatar es una palabra muy heavy. Yo prefiero pensar que el pasado, el futuro y el presente están acá siempre y que no rescato nada". Y para quienes estuvieron el pasado sábado 18 en el Anfiteatro esa permanencia del pasado en el presente fue palpable. Cada canción era una parte de cada uno de nosotros, cada uno tenía sus preferidas: aquella que lo había acompañado en algún momento o durante tanto tiempo. Las canciones de Charly García son partes de nuestras vidas y nada será capaz de alterar esa relación: ni siquiera el mismo Charly García. Pero vayamos más despacio.
Con apenas media hora de retraso y un Anfiteatro repleto, el show arrancó con la poesía directa y cruda de "Me tiré por vos" y desde allí en adelante todos fueron canciones casi gloriosas. "Adela en el carrousel", "Seminare", "Popotitos", "Perro Andaluz", "Yendo de la cama al living", "Los dinosaurios", "Desarma y sangra", "Hablando a tu corazón", "Fantasy", "Fax U", "Fanky" y podría seguir enumerando: demostración -innecesaria- de que esas canciones viven en nosotros.
Ahora bien, al ofrecerlas en un show ¿Charly las mejora, les da una nueva vuelta de tuerca o las mantiene intactas? Podría arriesgar que las mira su nuevo punto de vista estético basado en la desprolijidad deliberada sin quitarles energía -agregándosela a veces- ni destruyéndolas. Pero a veces juega en el límite. ¿De qué otra manera podemos entender sino las versiones de "Los dinosaurios" o "Desarma y sangra" donde desaparecen los pianos -¡esos pianos increíbles!- para dar lugar a unos sonidos de Casio Tone Bank de dudoso gusto? No importa, sabemos que nadie, ni el mismo Charly podrá quitarnos dos de los mejores pianos de la historia del rock nacional de nuestras cabezas. Ni su abrazo con Menem puede mellar nuestra idolatría: Charly es inimputable. Chocolate por la noticia!!!!
Pudimos cantar todas las canciones y también quedarnos con las ganas (hubo tantos temas amagados como canciones en el repertorio: todo un festival del amague), pudimos escuchar versiones que no hacían justicia a nuestra memoria ("Perro andaluz", que bien sonaba Serú Girán en ese disco!), pudimos asombrarnos con el bajista chileno Carlos González llevando muy bien "Eiti Leda" en el final (no parecía capaz de tocar lo que toca Aznar en ese tema, y sin embargo ...), pudimos festejar buenos chistes y también pavadas (a Charly se le festeja todo: es un ídolo, como Maradona), pudimos escuchar apenas el trío de cuerdas porque el sonido no ayudó para que se destaquen pero igual quedaban lindo (poner cuerdas le da cierto "nivel" al asunto aunque el "nivel" no se notó demasiado), pudimos disfrutar todo un show (con Charly ... nunca se sabe), pudimos ver una formación atípica sobre el escenario (las cuerdas casi escondidas, batería al costado, guitarrista y bajista sentados atrás y él en el centro rodeado por una parafernalia de teclados).
Charly García hoy, es eso: desprolijidad, talento, nostalgia y anti-nostalgia a la vez, canciones enormes y ejecuciones pequeñas pero que jamás podrán opacar lo que significan para nosotros. Charly García, como todo ídolo verdadero, habla de nosotros, de lo que escuchamos y cómo lo escuchamos, de lo bueno y lo malo de la música y participar de un show suyo sigue siendo una experiencia total donde no hay nada que rescatar -como dice él mismo- porque esa música está siempre con nosotros.

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viernes, diciembre 17, 2004

Show de Mundo Bizarro y El Regreso del Coelacanto

Pocos minutos antes de comenzar el show se notaba que el Teatro del Parque Españales había quedado grande a las dos bandas. Grande y extraño. Menos de un tercio de la capacidad completa en una sala donde habitualmente se ven otras cosas. La gente que se acercó este sábado no parecía ser la misma que se acerca a los shows en salas más "rockeras". Pero había que comenzar y apenas pasadas las 21:30 apareció Mundo Bizarro.

MUNDO BIZARRO

La gacetilla que los mismos grupos difundieron sobre este show aclaraba que ellos hacían ¿rock? El gesto lo entendí recién comenzado el show porque la música de Mundo Bizarro bien puede ser catalogada como ¿rock? o, según prefiere este cronista "no-rock". Me explico: el rock puede incluir la crudeza de Carmina Burana, la inocencia melódica de Gonzalo Aloras, el desparpajo de Murió de Asco o la liviandad de Fruta Deliciosa pero me cuesta pensar a Mundo Bizarro como un grupo rockero o al menos ¿rockero? Prejuicio del cronista, se entiende.
La banda, aunque no alcance, suena ajustadísima y relajada. El saxo soprano y el clarinete del Chivo González barniza las canciones acercándose por momentos a las intervenciones de Branford Marsalis o Wayne Shorter en la música popular pero saliendo ileso en la comparación. Chivo González ha logrado un sonido y un fraseo bastante personal que los festivales de jazz de la ciudad han sabido aplaudirlo. El otro integrante que tiene brillo propio es el bajista Armando Sabia (¿se acuerda alguien de La Data?) con la actitud más rockera en el escenario, lo que por momentos lo dejaba un tanto desubicado en ese contexto.
Las canciones (¿o debiera decirle "composiciones" en este caso?) pecaban de ser sobrearregladas. Una especie de falso minimalismo que hablaba de otras épocas y otros mundos (el del jazz fusión por ejemplo). Los registros vocales y la manera de cantar de De La Riestra e Irene Cervera hablan definitivamente de otras épocas. De otros mundos alejados del rock. El momento de De La Riestra invocando "al dios del Rock and Roll" para largar una canción ¿rockera? fue lo más cercano a aquella canción punk de Leo Maslíah (si no se la acuerdan basta con imaginar a Leo Maslíah haciendo punk). La diferencia es que Leo Maslíah lo hacía como chiste y acá no se logra ver si es una humorada o no. Ni el interesante solo de guitarra de Lucas Dimare logró rockear la cosa.
El clima de las canciones de Mundo Bizarro por momentos aburre. Mucha tranquilidad, demasiados arreglos. Y cuando se meten en el ¿rock? suenan a arquitectos hablando sobre biología. A lo mejor no era la mejor idea hacer un show junto a El Regreso del Coelacanto.

EL REGRESO DEL COELACANTO

Después de la actuación tranquila de Mundo Bizarro la aparición del Polaco Abramowski y los suyos con un vestuario y maquillajes increíbles fue una bocanada de aire fresco. ¡Cómo ha mejorado esta banda en los últimos tiempos! Todo, cada cosa, cada pequeño detalle estaba apuntado a divertirnos. Los arreglos, el vestuario, ¡las coreografías!, la teatralidad. Era imposible no disfrutar y no sentirse homenajeado como espectador.Que gusto da ver un grupo que cuida todo y ensaya cada movimiento pero a la vez no pierde la frescura y la espontaneidad. Que entrevera zydeco, ska y rock; violín, flauta, mandolina y guitarra eléctrica, y de esa mezcla saca una voz propia.
La banda formada por Andrés Abramowski (voz, guitarra, mandolina), Federico Alabern (guitarra, voces), Luciano Degaetano (voces, armónica, flauta), Mariano Obaid (Batería), Nahuel Marquet (Teclados y voces), Maximiliano Natalutti (Violín y voces) y Lisandro Sague (Bajo) dio un show muy enérgico y con momentos inolvidables como el del hit "Te conozco de algún lau". Quizás la única contra sea el lugar del show, que a las claras no fue su hábitat natural. Mejor le quedan los pubs, los bolichones: lugares donde acompañar de abajo tanta entrega desde arriba. El humo y el antro que quisieron evitarnos no hubieran estado mal.Está preparándose un nuevo disco con la producción de Pablo Romero (Árbol) y si tiene apenas un poquito de todo lo que hubo en este recital me animo a presagiar un muy buen disco. Ojalá que no pase tanto tiempo para volver a verlos y que la próxima el lugar sea más acorde.
El final con las dos bandas juntas sobre el escenario sirvió para mostrar que la buena onda que pueden tener estos músicos entre sí no basta para sumar desde el punto de vista musical.

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