lunes, octubre 25, 2004

Nota sobre "Odisea", el primer disco de Yarará & La Mandrilera

En el tercer punto del "Decálogo del perfecto cuentista" Horacio Quiroga dice lo siguiente: "Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia". A riesgo de sonar demasiado literario creo que esta cita tiene mucho que ver con lo mejor y lo peor de la primera producción de Yarará & La Mandrilera cuyo título -"Odisea"- fue soñado por su líder: Sergio Barrilis.
En muchas canciones ("Canción de cuna", "Totó, el buscón", "Finales felices", "Super Bombón") el influjo -o influencia- de Yarará & La Mandrilera es, sin lugar a dudas, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Parecen haber resistido, como aconseja Quiroga, pero también parecen haber sido vencidos en esa misma resistencia y entonces aparecen palabras, frases, inflexiones de la voz que pertenecen al universo poético único que han creado el indio Solari y Skay. Desde el obvio tributo de "yo era la bestia pop" a palabras como "dealer", "hembrita", "cirquito", "esclavo" y a cierta manera ricotiana de armas las frases: "ay ay ay con aquella miel" o "ya no sos la más dura hembrita que mi alma domó". Y más que nada en cierta manera de cantar de Sergio Barrilis (que no es cantante y le se nota hasta la médula pero no importa, igual está bien, porque transmite fuerza y personalidad). El de este periodista no es ningún descubrimiento pues tan conscientes son ellos mismos de esta relación con el universo ricotero que hasta la guitarra cita textualmente el yeite ícono de "La bestia pop".
Pero no todas son derrotas al luchar contra la influencia. Hay zonas de despegue que hacen presagiar nuevos rumbos (¿se llamará "Iliada" nomás la segunda parte de este "Odisea"?). La Mandrilera no suena a típica banda de cantante con acompañamiento de músicos detrás, sino que hay una manera bastante experimental de entender la música como textura. "Stan Bubby" es, en este aspecto, uno de los temas más logrados, porque a pesar de ciertas reminiscencias a IKV y Los Brujos, suenan nuevos e interesantes. Como en el clima íntimo de "Madeline Hurricane" donde la voz de Barrilis canta "mal" -pero increíble a la vez- la mejor canción del disco. Y por último destacar dos cosas: primero, esa especie de mini-suite de tres partes ("Discoman - Entranze", "Discoman -Cybertización del super-yo" y "Discoman") que reformula la musica electrónica desde un punto de vista muy propio; y segundo, los últimos tres tracks unidos bajo el título de "Manifiesto Mandril" donde la psicodelia se suelta dando otra de las perlas del disco. Manifiesto enloquecido y dicho con una teatralidad muy marcada (a la Alfredo Alcón), que se sostiene con capas de ruidos usuales y extraños a la vez (el sonido de una vieja impresora de agujas es todo un hallazgo).
Como decía Quiroga más arriba: "el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia". Por eso creo que lo que vendrá de La Mandrilera despertará expectativas. Lo nuevo y lo bueno (que no siempre van juntos) de esta primera producción tiene algunos logros que nos dan la paciencia para esperar por un disco más personal. Seguro que lo tendremos.

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Nota sobre el primer disco de Fruta Deliciosa

Algo bueno que sucede con las producciones rosarinas de un tiempo a esta parte es que han dejado de sonar "rosarinas" o que quizás la "rosarinidad" ha empezado a significar otra cosa. Por fin bandas tan diferentes como The Bareth Sessions, Fluído, Vudú o La Montecarlo (y me olvido de miles) pueden ofrecernos sus discos con un sonido profesional y que nada tiene que envidiar a producciones hechas en otro lado.
El primer disco de Fruta Deliciosa entra de lleno en esa serie de discos grabados impecablemente (el estudio de Carlos Altolaguirre otra vez) y hace que sus canciones merezcan la difusión de todas las radios y ser escuchadas en cualquier baile. Porque la propuesta de Fruta Deliciosa es -sin duda- una invitación a moverse. Ska y reggae con buenas melodías, bien cantado y bien tocado. Sus shows suelen ser buena muestra de esto: todos bailan.
En otro nivel, las letras son mejores cuando son más livianas o menos pretenciosas, como en "Torero", "A veces" o "Babilón". Cuando visitan la crítica social suenan un poco vacías ("Nunca más") o totalmente descentradas como en el super hit "Quiero dinero" donde se cuenta la historia de alguien que vive en la Villa 33 que tiene una cuenta bancaria y que quedó atrapado por el corralito: suena desactualizado e inverosímil. La mejor propuesta, por lo nuevo y por el excelente resultado, está quizás en el interesante ejercicio de collage o pastiche que construyeron a partir de canciones de Punto G, Coki De Bernardis y Recorriendo Caminos ("Maldita sensación"). El sonido de Fruta Deliciosa recuerda a aquel "Bares y Fondas" de Los Cadillacs pero mucho mejor logrado. Incluso se meten en riesgos como el de incursionar en la canción latina ("A veces") y salen bien parados gracias a recursos bien utilizados como las octavas en la guitarra (a la Wes Montgomery), la percusión y el color acústico.
Una banda que puede hacernos bailar, corear melodías muy bien armadas y sobre todo divertirnos. Se sabe que no cualquiera te hace mover los pies: hay cuestiones de groove entre batería, percusión y bajo, los exactos contratiempos reggae y todo un conocimiento puesto en marcha en cada track para lograrlo. Esta primera producción de Fruta Deliciosa es una buena muestra de esa nueva rosarinidad que empieza a significar calidad y buenas canciones.

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lunes, octubre 18, 2004

Nota sobre la actuación de Ely Guerra, Pericos y Café Tacuba en el Anfiteatro Humberto de Nito el sábado 16 de octubre del 2004

PRE

Arranca el sábado a la mañana con una lluvia que hacía presagiar lo peor. La gente de la organización tuvo que sortear los problemas del clima y,según nos enteraríamos después, así lo hizo.Al mediodía el viento limpió el cielo y la convicción de que el show se haría tranquilizó a los rosarinos que iríamos al Anfiteatro y que disfrutaríamos de escenario imponente. Pocos días antes nos habíamos enterado de que además de Pericos y Café Tacuba también actuaría ...

ELY GUERRA

Con un look afro la cantante mexicana mostró sus canciones nuevas y desconocidas para casi todo el público. Por estas tierras apenas se conocen sus aportes al disco de la película "Amores Perros" y al tributo de los Tigres del Norte (las excelentes "Dime cuando comenzó el dolor" y "La tumba falsa" respectivamente) y algunas otras cosas gracias al intercambio de archivos en la web. Su actuación sonó simpática y eléctrica y el público la escuchó con respeto. Era un tanto desenfrenado lo que pasaba arriba del escenario con respecto a lo de abajo pero Ely Guerra demostró que se banca reiniciar su carrera en este país siendo que en México ya va por su cuarto disco. Todos lo tomaban como un bonus track -bueno pero bonus track al fin- para lo que sería el plato fuerte de la noche: Café Tacuba. Todo era un preparativo para ese espectáculo. Después de todo en la entrada figura en letras grandes el nombre de Café Tacuba y, abajo, más pequeño el de ...

PERICOS

Cuando sonaron las gaitas que anunciaban la entrada de Pericos la mayoría nos preparábamos para ver por primera vez a Pericos sin Bahiano. Esperábamos hits, baile y entretenernos un poco. Y los casi veinte años de historia de este grupo nos demolió todos los prejuicios en sólo un instante. ¡Qué buen nivel el de esta banda! Fuimos tan tontos en pensar que la diversión es una cosa liviana y que Pericos ocuparían un lugar de paso nomás en la noche. ¡Qué equivocados estuvimos!
El sonido de Pericos es ahora mucho más rockero aunque también abre el juego a otros ritmos (salsa, soul, disco, punk californiano). Con reversiones de sus mejores canciones como "Jamaica Reggae", "Sin cadenas", "La hiena", "Su galán", "Monkey man", "Complicado y aturdido", "Waitin'", "Boulevard", "Nada que perder" fuimos dándonos cuenta de que las sabíamos de memoria, de que nos gustaban mucho más de lo que imaginábamos, de que podrían haber seguido tocando canciones "redonditas" durante un buen rato más porque afuera quedaron nada menos que "The ritual of Banana", "Me late", "Fronteras en América", "Eu vi chegar", "Parate y mira" y más, de que la diversión no era cosa de improvisados y de que no en vano pudieron tocar con figuras internacionales como Stewart Copeland, Rita Marley, UB40, Manu Chao.
La banda no solo ha retrabajado las canciones sino que despliega un nuevo mapa de citas que van desde "Another one bites the dust" de Queen hasta "Blitzkrieg bop" de The Ramones. Citas que irán definiendo el nuevo camino de este nuevo Pericos.
Como detalle extramusical queda agregar que también pudimos disfrutar de una banda que sale a escena a defender su lugar desde cero. Emocionaba ver a esos músicos que nos acompañan desde siempre tratando de seguir ocupando un lugar en nuestras vidas. Nada de matrimonios por conveniencia o mantenidos por rutina: Pericos quería renovar los votos de esa unión que secretamente -y hasta casi sin saberlo- hemos tenido con ellos.
Todos los presentes -y quien escribe- estaban exultantes de haber recibido tal regalo inesperado (repito: ¡que tontos fuimos en esperar menos!), por eso nos los dejó ir y los obligó a un bis que Pericos agradeció porque sabía que el público seguiría compartiendo sus canciones. "Bad Card" de Bob Marley fue el último bis como ofrenda a su estirpe reggae.
La verdad es que ya nos podíamos ir a casa, a pesar de que todavía faltaba la atracción principal de la noche. Costaba pensar en que otro grupo que no fuera Pericos cerrara la noche. Sin embargo estábamos ahí porque la entrada en letras bien grandes decía:

CAFE TACUBA

El escenario fue vaciándose. La gente de Ely Guerra se había llevado sus equipos. La "multitudinaria" formación de Pericos también. Los cuatro integrantes de Café Tacuba más el baterista invitado quedarían pequeños en tal vacío.
Y salieron nomás. El público los recibió bien pero con reticencia: a no olvidar ¡hacía sólo minutos había terminado el show increíble de Pericos! La primera canción de los mexicanos fue un símbolo de lo que sería su noche. La música como juego. Una breve melodía con una letra mínima: "1,2,3, probando". La prueba de sonido convertida en canción y gag. Ibamos sintonizando lentamente. "Cero y Uno", "Eo", "Mediodía" y "Eres" al hilo nos sirvió para entrar de lleno -ahora sí- al universo de Café Tacuba.
Como vienen haciéndolo desde hace tiempo, invitaron al violinista y guitarrista Alejandro Flores para esos aires folklóricos mexicanos (rancheras y corridos) que Café Tacuba ha reelaborado en sus canciones "Las flores" y "Ojalá que llueva café" (de Juan Luis Guerra y los 440)
Pero la noche hizo un quiebre a partir de "Ingrata". El histrionismo de los cuatro músicos de Ciudad Satélite y sobre de todo de Rubén Albarrán, que ahora se hace llamar Sizu Yantra (otro gag), fue llevando la noche a su apogeo. El escenario que temíamos les quede grande fue ocupado y habitado en cada rincón por estos cuatro músicos y sobre todo por los convulsivos bailes del cantante. Cada momento era la posibilidad de asombrar al público: el fade out y fade in de "Ingrata" (ese desaparecer-volver a aparecer), la arenga pseudo-rockera con tono de acto escolar mientras la banda susurraba un "Superstition" de Stevie Wonder con posterior entrega de palillos al público, los finales de cada canción (sin duda el aspecto más lúdico de la noche), el gorrito de gallo característico de "Dejate caer" más una coreografía muy simpática (que recordaba la de los Cadillacs en el video de "La vida"), la retirada diciendo: "ahora ustedes cumplen con el protocolo de pedir otra y nosotros con el de salir y hacer otra". Cada uno de estos momentos era festejado con aplausos por parte del público y con sonrisas por su parte. Se les notaba el goce de sorprendernos con cada cosa. Se les notaba que agradecían nuestra sorpresa. Y sobre todo, se les notaba que arriba la estaban pasando tan bien como nosotros abajo.
La iluminación fue otro factor poderosísimo en la puesta en escena de Café Tacuba. Muy bien marcados los momentos individuales y muy bien reforzados los ritmos con climas de luces. "Como te extraño mi amor" de Leo Dan cerró una de las noches más interesantes y enérgicas de Rosario.

POST

Era conmovedor ver las caras agradecidas de la gente. Por no mucho dinero habíamos participado de una gran noche. Conocimos a Ely Guerra. Bailamos y recordamos lo bien que nos llevábamos con Pericos y, de paso, les agradecimos que sigan a pesar de la deserción de Bahiano. Y para el cierre pudimos escuchar a una de las bandas más novedosas de los últimos tiempos y disfrutar su show (¡eso es un SHOW en al amplio y buen sentido de la palabra!).Buena música, humor, cosas nuevas, público entregado y agradecido: imagino que todos llegaron a sus casas y durmieron el sueños de los complacidos. Así lo hizo este notero.


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jueves, octubre 07, 2004

Nota sobre el recital de Los Cafres y The Wailers en el Anfiteatro Humberto de Nito el miércoles 6 de octubre del 2004

Con mucha gente en el anfiteatro -y mucha gente fuera- arrancaron Los Cafres cuando dieron exactamente las 21:30. Un largo camino recorrido, que los llevó a tocar con grandes del género como Inner Circle, Gregory Isaacs, Jimmy Cliff, Alpha Blondy o Yellowman, no restó importancia al hecho de compartir escenario con los que crearon el género o "la mejor banda de reggae del mundo" como ellos mismos la llamaron. Y se notaba el respeto. Tocaron poco tiempo (apenas más de media hora) y sonaron impecables ¿Qué mejor muestra de respeto para los maestros que tocar reggae como los dioses? Porque lo único que diferenció a los jamaiquinos de los argentinos es la mística, la historia y la onda que eso produce, pero musicalmente Los Cafres demostraron ser impecables. Guillermo Bonetto canta y conduce al grupo con tanta soltura que contagia ganas de bailar y cantar. "Sueña por el hoy". "Aire" y "De mi mente" fueron momentos destacables de su actuación y sirvieron como muestra de que "Espejitos" es un disco importante del género -y no sólo de él- en la Argentina.
La 'perla' de la noche fue el reiterado furcio de Bonetto confundiéndonos con Córdoba. "Vamos, Córdoba", "Aguante, Córdoba", etc. La gente tardó bastante tiempo en hacerle saber que estaba tocando en Rosario y no había nadie en el público que no pensara en los efectos de la marihuana en el cantante. De todas maneras Bonetto aclaró el tema con la anécdota de haber hecho algo parecido en Chascomús cuando gritó: "¡¡¡¡ arriba Chacabuco !!!!"
Anécdota aparte, Los Cafres son una de las bandas pilares del reggae argentino y tienen ese lugar gracias a su profesionalidad sobre el escenario, sus buenas canciones y una fidelidad al género que no los vuelve fanáticos conservadores. Una demostración de que miente el que dice que "la mejor banda de reggae de Argentina nunca podría tocar tan bien como la peor banda de reggae de Jamaica".
Terminado el show de Los Cafres quedaba esperar el plato fuerte de la noche. The Wailers empezó bien tranquilo con dos temas instrumentales mostrando un camino que funde el reggae bien "root" con la improvisación jazzera a cargo de Glen Da Costa (saxo tenor), Vincent Gordon (trompeta) y Earl Lindo (Organo Hammond). La diferencia básica con las bandas reggae argentinas está fundamentalmente es el color áspero, entrecortado y negro de los vientos y el órgano Hammond que recuerda la deuda del reggae con el R&B de New Orleans al igual que el clavinet.
Una ovación recibió a las tres coristas negras que ingresaron al escenario bailando y a toda la banda con un "Lively up yourself" antológico. El cantante -su nombre no figura en ninguna gacetilla- llevó con entusiasmo y humildad ese "mal de época" que consiste en ver personas parecidas a otras ocupando su lugar (¡viene The Doors a Buenos Aires! ... La biotecnología hará el resto). La presencia de Aston Barrett en el centro del escenario era aurática y por si fuera poco Earl Lindo y Al Anderson a cada lado. Había 40 años de música parados ahí, casi al alcance de la mano. Y que por suerte no descansaban en los laureles.
De todas formas hay que decir que fue una noche en la que se ausentaron inexplicablemente grandes hits de Bob Marley & The Wailers. "Legend" es el disco que tienen casi todos y es a la vez una excelente recopilación. Por eso extrañó la ausencia de "Is this love", "I shot the sheriff", "Satisfy my soul", "Jamming", "Buffalo Soldier" o "Could you be loved". Es sólo una observación del notero pero que también se escuchó entre el público. Igual no opacó la noche porque sí estuvieron en el repertorio una muy sentida versión de "No woman, no cry", una vuelta de tuerca a "Get up, Stand up" con un juego de vientos muy efectivo, "Redemption song" con banda para el bis y "Three little birds".
Fue una noche que Rosario pudo vivir -al fin- después de tantas cosas que llegaron y llegan al país y no pasan por aquí. El bajo de Barrett, el sonido hammond y clavinet de Earl Lindo, esos vientos cortantes y bien negros, las voces casi gospel de las coristas, esos comienzos de batería tan típicos, el wah-wah de la guitarra de Al Anderson, hicieron que la noche sea de ésas que van a recordarse por años.

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martes, octubre 05, 2004

Nota sobre "Todos los perros van al cielo", el último disco de Bulldog.

LETRA

Estas frases transcriptas abajo son extraídas de "Todos los perros van al cielo", el último disco de Bulldog. Elegidas porque el oído no las dejó pasar impunes.
1 - "hay gente joven que ama más la vida y se entrega A ELLA para vivirla"
2 - "pongamos ya a germinar la semilla y hagamos un gran semillero"
3 - "ven, que loco es el amor"
4 - "no sufrir por las cosas mundanas que hay por acá"
5 - "todos hacen sentir con calor su pasión/ vi lugares con tanta belleza de nuestra nación"
6 - "que las almas son el refugio de tan grande soledad"
7 - "por siempre en mí rondarán"
8 - "Pienso que soy medio desprolijo/siento que me gusta mucho el rock"
9 - "esta es la historia de un gran amor no correspondido para los dos"
10- "invierte ese tiempo un poco en vos"
11- "sin sentirme discriminado aquí"

La sensación de que fueron escritas así nomás, al pasar, no puede quitarse de mi cabeza. Es cierto que Kurt Cobain y Charly García han hecho lo mismo pero evidentemente con distinto resultado que el que obtuvo la banda rosarina. El nivel de rimas es tan primario como el que se da entre ilusión - paredón - revolución - estrella - la más bella. Estamos casi a punto de perdonarle los cinco discos enteros de "El Salmón" a Calamaro.
Es cierto que leídas en papel o en la pantalla de la PC casi cualquier letra no resiste. Pero el problema en este caso es que ni siquiera suenan naturales cantadas: el oído se detiene en ellas y uno retrocede unos segundos el cd porque imagina que escuchó algo mal. Y no...
El problema no es la simpleza: esa siempre fue la virtud. El problema es la precariedad, el poco riesgo, la decepción de un disco que fue grabado en Rosario y con tiempo según ellos mismos. Suenan adolescentes en mal sentido de la palabra. No la inmadurez poética de Boom Boom Kid sino la inmadurez vacía de los programas televisivos para adolescentes de la tarde. La palabra tan bastardeada "revolución" (pobre ella, es más usada que la remera del Che), nombrar a "Joey" o a "Sex Pistols" suena a intento de validación, pero eso no se logra con citas y lugares comunes.

Y MUSICA

El aspecto musical de este nuevo cd es otro dilema. Celebro el riesgo de agregar un teclado y vientos y de hacer un tema instrumental en una banda que algunos llaman punk y yo no me animo (lo que hay de punk en Bulldog da para un congreso: ¿la actitud? ¿las letras? ¿la música? ¿su club?). Todo riesgo implica la posibilidad de que las cosas salgan mal y éste es el caso.
Los vientos empiezan bien en "1000 años" con ese aire reggae pero desentonan cuando marcan acentos mientras la guitarra distorsiona. En "Ya ves" francamente suenan a metidos con calzador. No parecen necesarios y el riesgo ya se ha transformado a esa altura en decepción. El teclado de Juan Vincenti aporta poco y cuesta entender su inclusión. Como también cuesta entender la canción instrumental "Tendencias".
Pareciera que han querido hacer algo distinto y en esa decisión les sucedió lo peor: no les salió. De todas maneras me cae simpático el hecho de que hayan pensado en nuevas posibilidades y quizás, más adelante, éste pueda tomarse como un disco de transición en la historia de la banda. Todas tienen un disco "malo" y "Todos los perros van al cielo" puede ocupar ese lugar con tranquilidad en la discografía de los Bulldog sin desmerecer sus logros y su relación con el público.
Estaría bueno que entre sus próximos logros haya un mejor trabajo vocal de Mantu (siempre al borde de la desafinación), melodías más interesantes y trabajadas ("Un manto de libertad" podría haber sido compuesta por Leo García: prueben imaginarla sin distorsión y después me cuentan) y un replanteo de las letras.

PARA ATRAS

"Circo calesita" sigue, en mi opinión, siendo su caballito de batalla. No por nada los dos videos de recitales que acompañan esta cuidada edición de "Todos los perros van al cielo" son de dos canciones de aquel disco: "La vida" y "3 D".

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