sábado, marzo 20, 2004

Nota sobre la actuación de Turf en Rosario el 6 de marzo del 2004

El sábado 6 de marzo Turf se presentó en un boliche de la costa. A pesar de la lluvia terrible y de que el lugar es una carpa (sofisticada pero carpa al fin) hubo una concurrencia bastante importante entre gente que iba a verlos y gente que sólo iba a bailar.
En primer lugar el show comenzó con Tiago Galíndez y su banda como teloneros, para dejar paso al grupo que solía frecuentar San Isidro y un concierto breve pero enérgico. 11 canciones donde se alternaron los hits como "Loco", "Cuatro personalidades", "Yo no me caso" que corearon todos y otros no tan populares como "Vil metal", "Mambo", "Casanova", "Crónica", "No necesito". Canciones que no son perfectas desconocidas, es cierto, pero que levante la mano el que se sabe la letra de alguna de éstas.
Bien ¿a qué viene esto? A que el show estuvo organizado por pares. Las canciones se enganchaban de a dos, poniendo en primer lugar la más conocida y enganchada en segundo lugar otra canción menos famosa. Me explico mejor: "Loco" se enganchaba a "Mambo". El público coreaba y saltaba con la letra de "Loco" ... loco un poco nada más, casi parecés normal ... y pegadita se venía "Mambo" ... y a ver quién se sabe ésta!!!!! Ese permanente saltar/dejar de saltar, cantar/dejar de cantar fue la constante de la noche y no tendría nada de particular (¿en que otra cosa consiste la conducta de un público "normal" si no es en esa alternancia) si no fuera porque Joaquín Levinton se pusiera de mal humor con esto.
Vamos por parte. Turf es un grupo que suena bien en vivo, Joaquín Levingston es un tipo que maneja bien el recital, los hits que tienen han llegado a ese lugar en muy buena ley. Por eso extraña tanto esa cosa tan poco profesional de enojarse con el público por no seguir con el mismo entusiasmo sus hits y sus otras canciones. Extraña que no conozca las reglas de la industria de la música: la gente se comporta de esa manera con Sandro, Britney Spears, Babasónicos, Charly García y Frank Sinatra. Un hit es un hit y una canción es una canción, verdad demasiado obvia pero que Turf se la olvidó esa noche. Como consecuencia de ese enojo quedaron varias adolescentes esperando a Joaquín para conseguir un autógrafo. Y Joaquín no salió.
Otro pifie de la noche fue el de tocar (y empeorar) un tema -de los que casi son hit- como "Crónica". Lo convirtieron en un artefacto extraño, poco pegadizo, pretencioso y demasiado prolongado.
El recital terminó con bronca por parte de los músicos y con fiesta por parte del público que supo disfrutar de las canciones que quería escuchar y supo respetar las que apenas conocía.
Turf suena como tiene que sonar, los músicos hacen bien las cosas, Joaquín Levinton canta bien a su manera y tiene carisma, tienen buenas canciones. Tienen todo para seguir posicionándose como una banda pop importante. Quizás haya sido una mala noche, quizás todavía quede recorrer un buen camino para poder quejarse "legítimamente" de sus fans que por ahora no son tantos pero que pueden ser más o quizás menos.

|

jueves, marzo 11, 2004

Nota sobre la actuación de Molotov en Playa Nativo (Santa Fe) el pasado 19-02-04

El jueves pasado tocó Molotov en Playa Nativo de la ciudad de Santa Fe. El lugar era ideal, al lado de la laguna Setúbal, el tiempo acompañando como si hubiera sido sobornado. Una banda entrerriana preparó los ánimos para lo que minutos después iba a ser una fiesta.
La banda mexicana viene de arrasar con los MTV Video Music Awards, un Grammy (a pesar de la decepción expresada en los medios) y de robarse una de las noches del Cosquín Rock. Un buen momento para Molotov que supo llegar a estar presente en el programa del ultrafamoso Howard Stern y hasta tocar en la ex-Unión Soviética
De entrada se notó que la gente y los músicos estaban conectados. Una fiesta manejada por el carisma de la banda y un sonido poderoso sostenido por los dos bajos (que mereció una nota en la especializada "Bass Player"), una guitarra que por momentos suena como bandeja de DJ, una batería contundente y algunas pistas pregrabadas bien disimuladas que realzan el poder de la banda. La mayoría de las canciones, como era de esperarse, pertenecieron a su primer disco ("¿Dónde jugarán las niñas?" del 97) y el nuevo ("Dance and dense denso" del 2003).
Los giros idiomáticos de los mexicanos (ese color por el que Santaolalla los apadrinó) fueron entendidos y aplaudidos por todos. Todos "chingaron" a Menem, todos festejaron las "pedorreras" de las chicas y todos insultaron a Maná. Todos gritaron "Viva méxico, cabrones" y Molotov devolvió la gentileza con un "que viva el power argentino". Arriba del escenario todos cantaron y todos pasaron por todos los instrumentos. Ninguna pelea por el estrellato.
Las canciones preferidas del público fueron "Gimme the power" y su secuela "Hit me", "Voto latino", "Cerdo", "Más vale Cholo", "Here we kum", "Changüich A La Chichona"y "Frijolero". Aunque la estrella de la noche fue "Puto", que como bien señalaba un periodista de Página 12 es una canción a la que ya a nadie se le ocurre atribuirle homofobia. Otro momento crucial de la noche fue la convocatoria a chicas del público antes de cantar "Rastamandita". Se las invitó a mostrar "algo" al público y las chicas dieron más de lo que se les pedía y una terminó mostrando los pechos al aire mientras todos festejaban. "No se ni me importa con quien te hayas metido pero ese culo parece radioactivo" cantaba la gente.
Chabacana la cosa. Pueril, sí (¿cómo negarlo?) pero divertida y aplastante. Baile, fiesta, catarsis, pogo, grito. Todo bien. Los Molotov saben hacer fiesta, divertirnos, sonar bien, ser inteligentes y ser tontos al mismo tiempo. Molotov volvió a encontrase con el sonido que todos desean, el power mexicano de letras que oscilan entre la protesta y el absurdo, el de canciones que inevitablemente nos llevan a saltar y a gritar: Que viva México, cabrones !!!!!

MARCELO ROSSIA

|

viernes, marzo 05, 2004

Nota sobre la actuación de Desert y The Bareth Sessions en La García el 14-02-04
La del sábado en La García fue una noche que tuvo dos partes bien delimitadas. Una banda más de covers de Oasis y una banda rosarina de trip-hop (o al menos eso creo yo que hacen)

El show empezó con Desert, devotos fans de los hermanos Gallagher (de Manchester) que hace diez años iban a comerse al mundo. No lo hicieron. En cambio dejaron una serie de buenas canciones desparramadas en unos 5 o 6 discos más bien desparejos. Marcaron el regreso (esta vez) de la guitarra "british pop" al tope de los rankings como The Beatles, The Kinks o T. Rex (aquellas veces).
Los rosarinos Desert aman a Oasis pero no se les nota. Quiero decir: sonaron muy desajustados y bastante desafinados. Toman de su banda lo peor: su peinado (pero seguro que odian a Mambrú si uno les pregunta), su ausencia de onda (como que tocan de favor, pero uno pagó los $5 en la entrada) y varios etcéteras.
¿Por qué hay tantas bandas de covers de Oasis? Es una pregunta de la curiosidad más ingenua que puedan imaginar. ¿Por qué? Yo creo que pronto van a poder formar un sindicato propio. Aunque sé que no se quieren mucho entre ellas. La verdad que el amor a una banda implica cierto respeto a ésta y me parece que sonar bien sería un buen principio.
De todas maneras no entiendo mucho a las bandas de covers. ¿Cómo explicar que The Beats (banda de covers de Los Beatles) saque un disco "propio" con canciones de The Beatles? ¿Alguien puede preferir "Love me do" tocada por sus seguidores argentinos antes que por los cuatro muchachos de Liverpool más famosos del pop mundial?
Será cuestión de ver otra vez "Spinal Tap" (de Rob Reiner) o al menos "Rock Star" (de Stephen Herek) para ver si allí hay alguna respuesta o si algún lector de esta nota me la hace llegar.
La espero.

La segunda parte del show estuvo a cargo de The Bareth Sessions. Un buen grupo de trip-hop en la línea de Massive Attack, Portishead, Goldfrapp u Orbital (todos de Inglaterra) pasando por un momento importante: vienen de un 2003 con escenarios compartidos con Santos Inocentes, Willy Crook o Dante Spinetta.
Con un muy buen equipamiento, los seis integrantes de Bareth dieron un show enérgico saliendo a respaldar y vender su nuevo cd "Gelatin World" (distribuido nada menos que por Emi). Sus conciertos oscilan entre el ambient glomoroso y momentos de explosión. Siempre con un sonido profesional y sus melodías difusas tan típicas de ellos.
Lo mejor es su puesta en escena y eso tan noble de dejar todo ahí arriba. Se ponen nombres británicos (está bien: sí, eso es un punto débil) pero salen a jugarse la camiseta en ese gesto. Y bien que la transpiran.
Otra a favor son el destacado soporte que llevan bajo y batería (¡¡¡¡que groove!!!!) y los delirios minimalistas del guitarrista.
Lo más flojo es la posición "escondida" en que queda la cantante: Josefina (no puedo llamarla Joss). Hay ahí un excesivo e injustificado protagonismo de Francisco (lo de Fran no me va) que opaca un poco el despliegue de la voz del grupo. Supongo que es sólo una cuestión de una mejor ubicación sobre el escenario y subir el volumen de la voz.
El otro punto punto flojo es un rebote de una buena intención. The Bareth Sessions pone su horizonte bien arriba y se arriesga. Trata de diferenciarse de la chatura de muchas bandas rosarinas. El problema es que a veces no les da. Puntualizo: habían alquilado una pantalla gigante donde iban a pasar "alucinancias" según comentaron al Diario La Capital el mismo día.
Las pretenciosas "alucinancias" no eran otra cosa que los fondos que el Windows Media Player (o su versión para Mac) nos muestra mientras escuchamos música en nuestras computadoras. También quisieron pasar un video clip que salió al aire sin sonido y los dejó muy mal parados. De todas maneras muestra a una banda interesada en ofrecer más que lo que ofrecen las otras y estos detalles que ofrezco irán desapareciendo al mismo tiempo que el público irá dando cabida a esta música.

MARCELO ROSSIA

|

Nota sobre la actuación de Coki De Bernardis en El Sótano el 11-12-03

La pregunta que trato, inútilmente, de responder es: ¿la originalidad es un valor importante en la música? ¿Es sólo otro factor más? ¿Lo define todo? ¿Existe? ¿Es posible? No me siento capacitado para responder a estas preguntas pero son cuestiones que se presentan al tratar de hablar del show que Coki De Bernardis dió el viernes pasado en El Sótano.
"White Stripes, White Stripes, White Stripes" es lo que sonó esa noche en la cabeza de cualquier persona que conozca a esta banda de Detroit, que toca sin bajista, que tienen un disco ("De Stijl") donde aparecen con ropa blanca (suelen hacerlo: alternan únicamente entre el rojo y el blanco), donde toca la batería una mujer (Meg White), de un toque agresivo, tosco y preciso.
Ahora bien: debo decir que Coki toca sin bajista, toda la banda se viste de blanco, toca la batería una mujer (Emiliana Arias) con un toque agresivo, tosco y preciso.
Sin poder responder -y responderme- sobre la cuestión de la originalidad es preciso admitir -y festejar- que la banda suena con una potencia abrumadora. La ausencia de bajo no perjudica a las canciones que, por ahí, recuperan lo que podría llegar a perderse con un antídoto a base de volumen y golpe. La presencia de Coki es fuerte: él se hace cargo del escenario y su banda lo acompaña bien. Además, ¿quién se anima a negarlo? Coki suele hacer buenas melodías cuando quiere olvidarse un poco de esas estrofas habladas a la Lou Reed y el público se prendió en los buenos momentos cantando a coro las letras. Juan Acuña (primera guitarra) fue contundente. Exagerado, sí, pero contundente, y sus solos y riffs fueron un plato fuerte de la noche.
Otra cuestión fue que una parte del público llegó a El Sótano con una esperanza y se volvió con una decepción. Era un secreto a voces que Fito Páez iba a aparecer en algún momento. Rumor alimentado por la presencia de Fito en Rosario. La gente tuvo que contentarse con la aparición en el escenario de Vandera y Bonzo Morelli. No es culpa de Coki.
Lo que se vivió en El Sótano fue una buena noche de rock & pop, con temas clásicos (no tan deformados o arruinados como Coki suele hacer) y temas de su nuevo disco aún en preparación ("Perdida").
La cuestión de la originalidad es para rumiarla un poco más. Después de todo: ¿Charly no le roba mucho a Marilyn Manson? ¿White Stripes no tiene mucho de The Kinks? ¿Existe un grupo, en algún punto de la historia, que no esté influido por alguien? En Coki hay una cuestión que no logro develar que oscila entre el exceso, la pose, el chiste, la jerga, la copia, el snobismo. Coki se me escapa: va delante mío. Y siempre haciendo buena música: ¿importa algo más que eso?

MARCELO ROSSIA

|

Nota sobre Pequeña Orquesta Reincidentes en El Sótano el 16-11-03

El estilo es una forma de apropiarse del mundo. Es hacer que el mundo pase por la propia lente deformante y hable todo el tiempo de uno. Y una noche de canciones con un estilo muy propio fue lo que se vivió el pasado viernes en El Sótano.Todas las influencias que tiene la Pequeña Orquesta Reincidentes (P.O.R.) y que son muchas: Mariano Mores, La Portuaria, Emir Kusturica & No Smoking Orchestra, las milongas de Angel Villoldo, Tom Waits, el folklore de Europa del Este, Los Visitantes, Nick Cave, las canciones de Kurt Weill, Crime & the City Solution (y la lista podría seguir) no pudieron opacar el color que es sello de la P.O.R. Incluso cantan tres de los cinco músicos y ni el cambio de cantante puede eclipsar el estilo.
Un estilo áspero, entrecortado, ¿tanguero?: nada de sonidos con "sustain" que sirvan de sostén. El esqueleto de cada canción está ahí, es palpable. Y no hay ningún miedo al silencio, a bajar el volumen ni a levantarlo. Se susurra y se grita.
Un estilo de muchos timbres. Los músicos tocan varios instrumentos. Contrabajo, tuba, mandolina, serrucho, banjo, guitarra, acordeón, piano, y sigue ...
Lo que más llama la atención de P.O.R. es justamente eso: mantienen la voz propia en medio de la diversidad. Cambian de influencias, de instrumentos, de cantantes y bastan dos acordes de una canción para saber quiénes son. Pueden o no gustar pero tener una voz en el vasto mundo rockero no es poca cosa.
Presentaron su último disco "Miguita de Pan" que es impecable y muestra a la banda en un buen momento después de 10 años juntos y después de superar los problemas con la compañía discográfica (este año hasta Fito Páez tuvo que lanzar su disco de forma idependiente) que los decidió a jugarse por la suya. Tanto la presencia de la banda sobre el escenario con sus trajes oscuros y camisas blancas, como el arte de tapa de su cd, como la manufactura de cada canción (nunca "manufactura" estuvo tan bien empleado) hacen de la P.O.R. un proyecto estético serio.
Varios medios señalan que si bien las letras de la P.O.R. son oscuras y cercanas al bajón lo que pasa en los recitales es otra cosa. Y es cierto, fue otra cosa lo que se vivió en el Sótano. Estaba desbordado de gente que vivió una fiesta. Y que espera que reincidan una y otra vez en ese estilo que tantas satisfacciones nos da.

MARCELO ROSSIA

|

Nota sobre La Vaca de Muchos Colores en La García el 07-11-03

El sábado pasado se presentaron en García dos bandas: Cicarios (sic) y La Vaca de Muchos Colores.
La propuesta de la gente de Cicarios (de la zona sur de Rosario) se basó en el rock que la prensa porteña suele llamar "barrial". Influencias de Los Piojos (sobre todo en la voz y algunas melodías), la mística de Sumo (en la primera guitarra y su obvia remera) y la cosa esa de que "estamos tocando para los amigos del barrio". Igual, nobleza obliga, la banda sonó muy bien y ajustada, y después de todo ¿quién no tiene influencias? Por lo pronto, Cicarios mostró algunas canciones que nada deben envidiarle a las que sus grupos preferidos convirtieron en hits. ¿Cuántos grupos de Rosario están sonando realmente bien y tiene buenas canciones que merecerían ser difundidos por medios importantes? Lo que se ve últimamente es que no hay un circuito al nivel de lo que dan muchos músicos rosarinos.
Lo repito, no me convence el estilo de Cicarios pero eso no importa: a todos no nos gusta lo mismo; lo que es indudable que tienen un sonido muy pulido y un par de canciones que merecen mucho más de lo que ellos mismos creen.
La actuación de La Vaca de Muchos Colores fue en muchos sentidos la contracara de Cicarios. De entrada hubo una apuesta mayor a la presentación escénica de su propuesta. Desde un pizarrón en la puerta "fileteado" con el nombre de la banda a manera de carnicería de barrio y una cabeza de vaca en el escenario que creaba un clima acorde a la banda. También un mayor "profesionalismo" en sus músicos que no hacían tantos guiños con el público porque tocaban para todos y no para los amigos del barrio. Y si bien hubo problemas de sonido, para el bajista, La Vaca supo sortearlos y fue compacta.
La contracara mala es que es un grupo al que le faltan buenas melodías (aunque las letras de lo más interesantes). Lo de La Vaca es una propuesta más freak, si se quiere: más "arriesgada", pero este cronista sospecha de ciertos riesgos: por lo general suelen tapar ciertas incapacidades a la hora de dar buenas canciones. Lo alternativo (palabra tan bastardeada por los canales de video que ya suena vacía en la boca) tiene un límite imperceptible con la confusión de ideas para hacer una canción. Para mi gusto es una propuesta "under" (otra palabra que ...) que me lleva a pensar que ese es el lugar buscado por la Vaca para sí, para echarse y dormitar un sueño de pastos apenas verdes.

MARCELO ROSSIA

|

Nota sobre Coyote y Rey Homero en La García el 12-10-04


El pasado jueves 9 de octubre actuaron dos bandas rosarinas en La García: Coyote y Rey Homero.
La noche arrancó con Coyote, banda de 5 integrantes cuya suma de edades no llegan a 60 años. Hablo de adolescentes. Hablo de una banda que está creciendo y que se identifica con Intoxicados, Viejas Locas, La 25 y Charly García (aunque este último nombre no sirva para dar coherencia a esa serie de bandas, porque su nombre –claro- es demasiado grande y, además, su invocación fue un giro extraño en la propuesta de la banda).
La banda suena, y eso a esa edad es más que suficiente. Buen principio. El espectáculo fue coherente mientras se mantuvieron con las versiones de sus bandas admiradas. Incluso cuando mostraron sus propios temas (creo que dos) el sonido estuvo en sintonía con esas influencias. Las dos guitarras se complementaban con eficiencia mientras bajo y batería armaban una buena base. El cantante estrenaba su voz áspera y le quedaba bien, aunque uno no podía dejar de preguntarse si a los 20 le quedaría algo de voz si seguía cantando así.
El punto de inflexión (e inflexión para abajo) fue cuando uno de los guitarristas pasó al piano y arrojó una versión de “Seminare” con una desprolijidad que le sienta bien al rock de Intoxicados pero no a esa hermosa y recurrida balada de Charly García. Incluso el “potpourri” final con una visita a vuelo de pájaro por “Promesas sobre el bidet” sonó pretencioso y desleído.
Me quedo con el Coyote de la primera parte, el que se mete en cosas simples y sale bien parado de la apuesta. El que es efectivo y que tiene mucho por delante.
Pasada poco más de una hora –lo que duró la actuación de la primera banda- empezó la segunda propuesta de la noche: Rey Homero. Estaban de estreno: Alejandro Quintana se hacía cargo de la voz por primera vez. Una voz que supo ser ajustada y afinada pero también catártica cuando gritaba. Cada uno de los músicos se mostró solvente y eficaz. Con solos de guitarra con mucha onda, y el sostén de dos excelentes baterista y bajista.
Las influencias que se dejaban ver en los covers –que fueron varios- iban de Stone Temple Pilots a Deftones, pasando por Soda Stereo (en una interesante versión de “Fue”). Sus canciones hablaban de esas influencias pero con color propio. La banda se está rearmando y me gustaría escucharla de acá a unos meses porque amenaza con ofrecer un power rock bien poderoso.
En esos meses de trabajo por delante quizás quede atrás el excesivo uso de un recurso: todos los finales eran del tipo “tutun tracu tutum trutum tumtracu tracu –¿nos miramos todos?- pummmmmmmm”. Se sabe, la actuación en vivo tiene “ese que sé yo” pero los finales imaginativos no vienen mal, sobre todo cuando la propuesta es tan interesante.
La del jueves pasado, en resumen, fue una buena noche. Con dos propuestas distintas de distintas generaciones pero que alimentan la esperanza de que en Rosario se puede hacer música y música buena.

Marcelo Rossia

|

Nota sobre la actuación de Luis Alberto Spinetta en el Teatro El Círculo el 05-10-04

Una de las definiciones más clásicas de la palabra "poder" es que es aquello que nos permite hacer impunemente cualquier cosa. Y de poder estamos hablando cuando pensamos en lo que fue el recital de Luis Alberto Spinetta el sábado pasado en el teatro El Círculo. Poder que se lo confiere la mayoría de la gente admirándolo de manera desmedida y casi irreal. Poder que él utiliza para ser un excéntrico: por ejemplo presentar su nuevo disco -"Para los árboles"- en el mismo orden que fue editado, sin ceder casi ningún clásico y pararse al fondo del escenario detrás de los demás músicos.
Esa gente alimenta su poder con una postura inquietante: Spinetta recibe halagos antes de tocar y este cronista empieza a creer que él puede llegar a hacer cualquier cosa sobre el escenario y que su público de fieles va a aplaudirlo, alabarlo, adorarlo igual. Es un músico poderoso y por lo tanto impune.
La cuestión pasa por qué uso hace de ese poder. Y aquí es donde sale favorecido frente a no tantos otros músicos "poderosos" que hay y que hacen cosas de poca calidad -sobre todo en vivo- amparados en su impunidad. Lo que hace respetable a Spinetta es que usa esa impunidad para darnos lo que un músico debe dar: música. La ventaja que le da la incondicionalidad de su público es que la aprovecha para tratar de alcanzar altísimos niveles de perfección instrumental (su banda es ajustadísima y con una autonomía de vuelo inaudita en el rock & pop).
El recital comenzó con "Prometeme el paraíso", siguió con "Oh! magnolia" y "El mar es de llanto" donde la banda se permitió soltarse un poco con solos de casi todos los integrantes. Estas tres canciones funcionaron de prólogo para presentar (literalmente) su último disco track por track. El sonido logrado por la banda (Claudio Cardone - Pianos y teclados, Javier Malosetti - Bajo y coros, Daniel Wirzt - Batería, Rafael Camotto - Guitarra y Nico Cota - Percusión y coros) fue muy cercano al del cd. Hubo un poco más de calor en vivo con "Halo lunar" y "Agua de la miseria" pero ahí nomás. Era el cd. Con lo bueno y lo malo de esa elección. Lo inobjetable es que la banda era de una solidez demoledora. Todos músicos de larga tradición y, encima, pasando por un buen momento. Javier Malosetti brilló por el calor que le demostró el público en cada una de sus intervenciones. Si Spinetta es considerado un dios, Malosetti bien puede ser cualquier otra deidad, aplausómetro mediante.
Luego de la literal presentación ofreció un par de canciones que eran antes que nada una concesión al público: una liviana versión del tema de Fito Páez "Las cosas tienen movimiento" (la de Baglietto sonaba más adecuada), a la que siguieron "Tonta luz", "Nelly" y "Paraíso". Hubo un bis "demagógico" con "Me gusta ese tajo" en una versión que le quedaba mejor a su formación de trío que a esta banda de notables. Es que la propuesta de Spinetta era hacer valer lo que es su ahora y aquí. Defender su último trabajo y mostrar que aún es capaz de hacer MÚSICA (sí, con mayúsculas).
Luis Alberto Spinetta es un músico poderoso e impune. Por suerte para nosotros, es como esos reyes de los cuentos de niños que utilizan ese poder para "hacer el bien", que traducido a estos fines no es otra cosa que hacer música de la mejor manera posible.

MARCELO ROSSIA

|

Nota sobre la actuación de Palo Pandolfo en El Sótano el 30-08-03

Después de escuchar los climas extraños de La Banda Internazionale del Lavoro (grupo soporte) con sus temas sólidos y muy bien tocados, pero excesivamente cambiantes según palabras del propio guitarrista, todo está preparado para escuchar a Palo Pandolfo y La Fuerza Suave.
De entrada se nota la cercanía entre público y artista. Las doscientas personas que esperan en El Sótano el viernes cerca de las 3 lo vitorean con cariño. Y Palo Pandolfo agradece e insiste que ahí arriba está La Fuerza Suave con Mariano Bairnes en bajo fretless, Mariano Mieres en guitarra eléctrica y Javier Foppiano en batería.
Los primeros temas fueron de su próximo disco (Intuición) y a pesar de ser desconocidos sonaron familiares. Es que Pandolfo tiene ese sello tan personal que puede imprimirle a cada canción. Pasar de un candombe, a un tango, a una chacarera, a un reggae, a una tarantela con naturalidad. No son "postales" sonoras. Se mete en los estilos y los ocupa sin sonar como "turista" ahí dentro. El género no pierde y su estilo no pierde: una ecuación perfecta. Hasta cuando cantó el viejo clásico de Los Abuelos de la Nada "Tristezas de la ciudad" (del guitarrista Gringui Herrera) tenía sabor a clásico y a Palo a la vez.
El único defecto debe achacarse al sonido del lugar que no nos dejaba entender casi nada de lo que cantaba. Y tratándose de un compositor como Palo Pandolfo (con toda su filosofía sobre la "letra útil" y sus posturas de compromiso poético, un libro de poesía publicado con su esposa, su participación en el grupo Los Verbonautas) nos lleva a pensar que nos perdimos la mitad del recital. Presentó una nueva canción llamada "Argentina 2001" que parecía decir algo de la bronca popular pero eso, sospecho, lo intuyo y no estoy seguro de haberlo escuchado.
Por suerte la banda se entendía arriba del escenario y la gente empezaba a prenderse y a bailar. Y a cantar los temas que se sabían. Por eso pudo haber fiesta y bien que la hubo. Tanto que Palo Pandolfo y La Fuerza Suave salieron para el bis e hicieron 5 canciones más con un público respetuoso y poco solemne. Como corresponde a los casi excesos de Palo Pandolfo y su música. Una noche caliente ahí adentro.
Una pregunta de ansioso: ¿para cuando el disco?

MARCELO ROSSIA

|

Nota sobe la actuación de Juana La Loca en Federico T el 25-08-03

Los primeros acordes de "Perdí la fe" y se nota: Juana La Loca suena como una aplanadora del pop. Potentes, efectivos. Rodrigo Martín canta y se para en el escenario con la seguridad que le dan los años de trayectoria de la banda. Las guitarras de Guerrisi y Gómez se florean, nada de primera y segunda viola: "vos rasgueá que yo punteo", no, acá es otra cosa. La influencia es Television, Talking Heads y la psicodelia de The Pixies.
La que se autodenominó la primera banda "sónica" del país (posta levantada por los Babasónicos, compañeros de conciertos en muchas oportunidades) empezó a tocar en la madrugada del sábado con otro sonido, más emparentado con el power pop. Juana La Loca no tiene DJ ni tecladista con lo que las canciones resultan más ásperas de lo que uno podría esperar. Pero el resultado es demoledor. "Angelical", "Rescatame", "Si pudieras", "Tu diversión" suenan mejor que en el disco, lo que es mucho decir.
Promediando el recital se escuchan algunas pistas grabadas con (ahora sí) ese toque "sónico" y lo que venía siendo ajustadísimo mejora aún más. La banda da todo de sí y Rodrigo Martín, hiperkinético y enérgico, canta enfervorizado. "Felicidad". Reversiona "Ella come limones", el único tema que hizo de aquel disco del ´93 ("Electronauta") y de aquella época. Y se nota, la banda en todo este tiempo ha sumado. Atravesó todos los problemas del desbande, nueva formación y salió ilesa. Hay momentos en que las pistas grabadas desaparecen y la banda mantiene con tracción a sangre ese toque "sónico". Podían ser tan versátiles como para sonar de diferenes modos.
"Ahogados", "El vicio", "Agujeros negros", "Vida circular" y "Viernes". El recital termina y no se escuchó el hit del grupo "Sábado a la noche". Lo que no estaba nada mal. Juana puede cometer la locura de no tocar su hit ... ¿por qué no? El recital igual había sido impecable.
Pero, nobleza obliga, después de que el público cumpliera con el rito del "otra!!! otra!!!", ellos cumplieron con el rito de darnos otra y hacernos escuchar una vez más su hit.
"Sábado a la noche", un regalo para nosotros que nos iríamos tarareando esa melodía hasta nuestras casas.

|

Nota sobre el show de Alfredo Casero en el Tetaro La Comedia el 22-08-03

La improvisación, llevada al punto extremo, es la virtud y el defecto de Alfredo Casero. Es capaz de aprovechar cualquier defecto técnico (que no faltaron) o falta de entendimiento con los iluminadores y sonidistas y convertirlo en sketch, en gag, en risa. Pero también ese mecanismo lleva en sus ganancias las de perder: por momentos cae en pozos y no pasa nada y hay que esperar que el actor se "inspire" y se tope otra vez con el gag.
Todo, absolutamente todo, se aprovecha para generar humor. Anécdotas, recomendaciones de películas, historias de viajes, chistes viejos, viejos sketchs y viejos personajes de "Cha Cha Cha", el relato del traslado en Kombi desde Buenos Aires a Rosario. El espectáculo es lo que más se parece a tener al Gordo Casero en el living de nuestras casas haciéndonos c... de risa. Es más, el decorado da por completo con esa imagen. Es el perfecto living de un programa de cable o el promedio de todos nuestros livings. Es el lugar que él elige para ubicarse y ahí se siente cómodo: se le nota.
No crítico el método, no soy quien para hacerlo ni creo que se justifique. Se trata de hacernos reir y si nos reimos está todo bien. Sucede que a veces no nos reímos y lo vemos rebuscar y rebuscar sin encontrar. Igual, mucha gente se ríe y le festeja cada mueca. Es el Gordo Casero, el de Cha Cha Cha. Pero el espectáculo deambula entre el desparpajo y el desbande. Busca un lugar pero le cuesta encontrarlo.
Alakrán apoya desde sus personajes más cerrados y tal vez previsibles pero efectivos, lo que a cierta altura de la noche sirvió -y mucho- para encausar el derroche de energía de Casero y, de paso, hacernos reir también.
Una reflexión para terminar. En los últimos espectáculos que han venido desde Buenos Aires siempre se habla de volver a Rosario pero -y esta vez es en serio- con el "espectáculo completo" ... pero ¿cómo? ¿la gente no pagó por el "espectáculo completo"? El precio ¿no era de "espectáculo completo"?

|

Nota sobre el show de Antonio Biravent en Mei el 9-08-03
"Hoy vinimos acústicos, íntimos, y a defender la canción". Esta fue la frase que, promediando el concierto, usó Antonio Birabent para definir su show en Mei este sábado. Y era necesario que se dijera algo al respecto. Birabent vino a Rosario a presentar un disco muy bien producido (con un sonido "moderno", influencias de Massive Attack, Ceratti -que participa-, Portishead) con solo tres guitarras acústicas.
Había dos opciones: o era una manera de disimular problemas "presupuestarios" o se buscaba la esencia de la canción. Elijo la segunda pero ¿quién dice que no me equivoco?
El show abrió con una versión folk de "Aminoácidos" que se bancó la ausencia de las guitarras distorsionadas y la velocidad que la cubren en el disco. Siguió con "Me fui con ella" y "Curvas", las dos guitarras que tocaban en ese momento (más tarde se incorporaría la tercera) hacían lo mismo: rasgaban como si estuviesen en una reunión de amigos. Tenía su encanto y apuntaba a desnudar la canción cada vez más. Pero pagando el alto precio de que el sonido por momentos se aplanaba tanto que sobre el escenario una sola guitarra hubiera bastado para conseguir el mismo resultado. Siguió así unos pocos temas más hasta que se incorporó la tercera guitarra y asomaron -sólo asomaron- algunos arreglos, mínimos pero efectivos de buen gusto. Y dos baladas hermosas ("Río en espiral" que en el cd lo canta junto a León Gieco y un nuevo tema, de su disco en preparación, demostraron que Antonio Birabent es capaz de hacer buenas melodías cuando quiere (y no siempre quiere) y que su voz está en un estado óptimo y se luce cuando la melodía se lo permite.
El show empezó a subir lentamente hasta llegar a las canciones que más pegaron en la gente: "Hoy" y el ya ¿clásico? "Salgo a caminar". Terminó con la promesa de retornar a Rosario con banda (así lo esperamos) para presentar "Buenos Aires", su próximo disco.
El lugar de arquitectura fashion y bien aporteñado (se confunde fácil con un boliche porteño) acompañó bien la onda indie-pop de Birabent. Las chicas se morían de ganas de besarlo y él se portó con frescura y sin pose de galán sobre el escenario.
Digno. Ese sería el mejor adjetivo que le cabe al recital de Antonio Birabent. Esperamos con ansia poder escucharlo con banda. No estuvo mal pero queremos más ... no es mucho pedir.

Marcelo Rossia (o Corso Gómez)

|

Bienvenidos a Corso Gomez Ataca !!!! Un blog para leer algo de crítica de espectáculos y crítica cultural. Y siempre manteniendo las "manos limpias".

|
Weblog Commenting and Trackback by HaloScan.com