miércoles, agosto 18, 2004

Nota sobre la actuación de Cacho Light, Carmina Burana y Las Manos de Filippi el viernes 13 de agosto en Willie Dixon

Faltaba muy poco para que comenzara el show de Carmina Burana y Las Manos de Filippi en el flamante Willie Dixon cuando se cortó la luz. Casi dos horas con mucho calor y un par de luces de emergencia. Y lo peor no era eso sino que ningún responsable del lugar se hiciera cargo de decirle al público qué estaba pasando. Miles de hipótesis se aventuraban entre aburridos adolescentes y no tanto mientras nadie aclaraba nada. Hubo gente que quiso irse y que también -obviamente- le devolvieran el dinero de su entrada, pero los organizadores (a veces este título les queda demasiado grande) optaron por tirar la pelota para adelante y poner la peor cara de "yo no fui". Es una pena (o da bronca) ver un lugar tan bien preparado para escuchar música, con un escenario que no se encuentra muy seguido en esta ciudad, tomar algo, pero dirigido por gente que no está a la altura de lo que representa. En fin ...
El show, entonces, empezó bastante tarde y con la sorpresiva aparición de Cacho Light (¿?) con una propuesta bien breve y no del todo clara. Formación a lo White Stripes (sin bajo eléctrico y una sola guitarra) y mucho delirio sobre el escenario. Igual la gente quería divertirse después de dos horas de apagón, por lo que fueron bien recibidos los movimientos exagerados de Cacho Light y sus canciones desprovistas, crudas.
Cuando salió la gente de Carmina Burana se desató un pogo bestial. La fuerza de la banda en vivo parecía transmitirse directamente a su público y el comentario de que se sentían "raros" en un escenario tan alto y alejado de la gente parecía una broma: se movían como peces en el agua.
Una apuesta fuerte al ska punk más duro y más básico entreverado con algo de ritmos latinos que recuerdan vagamente a los mexicanos Maldita Vecindad o a los franceses de Mano Negra (de los cuales hicieron un cover). Referencias de las que no quiero abusar porque sólo sirven para orientar a quien nunca los escuchó pero que se vuelven totalmente propias cuando pasan por los músicos de Carmina Burana. Un resultado que convence y en el que se involucran el histrionismo del cantante, la simpleza de las canciones y un público que participa como puede: saltando, pogueando, cantando. David Byrne decía que "si bailan, entenderán mejor la música" y los que siguen a Carmina Burana lo saben al dedillo: es un espectáculo que se debe vivir así para disfrutarlo plenamente. Quizás por esto es que el fuerte de la banda es la actuación en vivo.
La salida de Las Manos de Filippi no podía ir más alto de lo que llegaron los de Carmina a pesar de que estamos hablando de muy distintos niveles de difusión y alcance. "Señor Cobranza" fue la canción que, gracias a una excelente versión de Bersuit/Santaolalla, les dió algo de masividad a Las Manos de Filippi. Colgados de ese himno combativo de la era menemista actualmente buscan una segunda vuelta con "Señor Esperanza" donde esta vez se meten con el señor K. (todo bien, muchachos, mientras las canciones no sean aprovechadas por Hadad). La etiqueta de "rock piquetero" los define mucho más de lo que uno quisiera. Música de protesta, música coyuntural, música que de no existir el contexto que la provoca no tiene razón de ser. La verdad es que la cuestión musical aparece bastante por debajo de lo político (la legalización de la marihuana, los piquetes, Menem, Kirchner, fútbol y estado, y la lista sigue), y quizás no les importe: Las Manos de Filippi no parece ser un grupo que busque colgar nuevos temas clásicos en el firmamento rockero argentino. A lo mejor su único objetivo es hacer canciones como panfletos, con el mismo propósito y duración de un panfleto, y si es así no soy quien para decir que eso está mal. Baste con aclarar que a mí no me gusta, lo que no es tan grave ¿no? El problema es que a veces los piquetes abren caminos pero se olvidan de la música.


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