jueves, mayo 20, 2004

Nota sobre la actuación de Chichines y Francisco Bochatón en El Sótano el 15 de mayo del 2004

El sábado 15 de Mayo se presentaron en El Sótano la banda Chichines (Rosario) y Francisco Bochatón (La Plata - Buenos Aires). Un público cercano a las 100 personas venció el frío y se dispuso a ver de qué iba la noche.
Alrededor de las 00:45 hs. arrancó Chichines con nueva formación. La banda ¿pop? que lidera Matías Barrera se transformó en power trío. Con apenas el sostén de unas imperceptibles pistas pregrabadas (¡casi todos están apelando
a este recurso en vivo!) Chichines transformó sus delicadas melodías en nervio crispado. La batería primaria y enérgica de Damián Barrera, las líneas de bajo siempre interesantes de Juanjo Caporali y, la novedad, una guitarra distorsionada y bien rockera con solos un tanto "raros" para esas canciones.
Una propuesta arriesgada para los que conocen su último E.P. y el color más bien cálido de sus canciones, que incluían hasta aires de bossa nova.
Chichines es una banda que está pasando un buen momento creativo: los estrenos de la noche muestran nivel y madurez compositiva.
La única duda surge precisamente del cambio de rumbo. El sonido más rockero ¿tendrá que ver con deserciones o cambios en la banda? Han quedado sin coros, sin teclados, sin vientos, sin otra guitarra. Quizás la formación esté llevando a Chichines para otro lado. ¿O será cierta conducta culposa -e inexplicable- que tienen algunos amantes del pop, que los lleva en algún momento a sacar chapa de rockero? Espero que Chichines siga haciendo lo que sabe hacer: canciones redonditas, buenas melodías, buenas letras. Un pop que goza de muy buena salud.
Minutos más tarde Francisco Bochatón apareció en escena con una guitarra acústica y sus tres acompañantes. Después de la segunda canción, pasado el tiempo que tarda cualquier banda en acomodarse, ya no había dudas: ¡qué desprolija suena la banda de Bochatón! ¡Cuánto desorden arriba del escenario!. Los instrumentos no estuvieron afinados más de 5 minutos seguidos. Lo que se dice todo un caos.
A favor de Bochatón hay muchos factores. Su permanente buena onda: no se la cree, es simpático, dialoga con sus fans sin montar ninguna pose.
Tiene canciones que son bellísimas. Fue el creador de Peligrosos Gorriones cuyo primer disco está (para mí, claro) entre los diez o quince imprescidibles del rock nacional. No se enoja si le piden temas de esa época (tocó una versión power de "Siempre acampa" que el público agradeció infinitamente). Es dueño de una lírica bien personal. Y su carrera solista (cuatro discos) es bien digna.
Ahora bien, la banda no está a la altura de estas circunstancias.
Las desprolijidades fueron infinitas, y si el espéctaculo fue divertido se debió sólo a lo dicho más arriba. En la prueba de sonido Bochatón se accidentó y hasta tuvo que ir a un hospital donde le vendaron la muñeca derecha; la guitarra se desconectó y hubo un momento en que el show fue el unplugged más literal que he escuchado (nunca más volvió a sonar); una vez que se desafinó la guitarra no hubo manera de afinarla; hizo temas "a la carta" casi sin avisarle a su banda. Cosas que una banda de "afuera" no puede permitirse.
Según parece -lamentablemente- es el estado actual de su proyecto: en Marzo actuó en Niceto (el conocido boliche de Palermo Viejo) y el show fue exactamente igual de desprolijo según dicen.
Canciones como "El gorila", "El candado", "Pastilas celestes" o "Mundo de acción" están tan bien construidas que merecen un mejor destino que el que les toca por estos días.

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miércoles, mayo 05, 2004

Nota sobre la actuación de Estelares en Sala Lavardén el 29 de abril del 2004
El jueves 29 de abril se presentó en la Sala Lavardén el grupo platense Estelares, con la participación de dos bandas de Rosario: Puerto Maluco y Degradé. Ante un público de poco más de 100 personas, el recital comenzó con Puerto Maluco: un grupo de pop rock que suena ajustado y correcto pero que tiene cierto color que remite a otras épocas. La voz del cantante (afinada y casi siempre exasperada) suena muy cercana al pop rosarino de fines de la década del '80 y principios de los '90 (¿Grafitti?, ¿Identi-Kit?). La mayoría de las canciones son gritadas antes que cantadas: falta -sobre todo- confianza y vuelo en las melodías. "Buscando sombras en la oscuridad" dista mucho de ser un hit, aunque lo pretendan. Una banda por ahora nada más que correcta y que, estoy seguro, tendrá mejores noches.
Cuando todo el público esperaba la actuación de Degradé, en el escenario se presentó Estelares con el liderazgo de Manuel Moretti. La idea de traer una banda de "afuera" para telonear a una banda de acá no es mala: ya lo habían hecho, entre otros, la gente de The Bareth Sessions cuando trajeron a Santos Inocentes. ¿Por qué no? Es otra forma -válida también- de organizar los shows compartidos.
Estelares, con disco nuevo bajo el brazo, en sólo una hora demostró todo lo que puede. Y puede mucho. La banda sonó potente e íntima a la vez. Tiene canciones de esas que funcionan bien con una guitarra criolla o con una banda de rock and roll. Porque a no dudarlo: Estelares en el escenario es una banda de rock and roll bien bien clásico. Y cuando hablo de clásico hablo de Neil Young, de Tom Petty: dos guitarras, bajo y batería. Canciones despojadas, con el aire tan tanguero como inevitable del cantante y finales abruptos (¡Las canciones terminan cuando tienen que terminar! ¿No es increíble?).
Dejándome llevar por la libre asociación, la voz de Moretti se emparenta con las voces de Juan Pablo Fernández o Guillermo Pesoa de Pequeña Orquesta Reincidentes. Pero mientras éstos se alejan deliberadamente del rock y se meten en el tango o el folklore del este europeo, Estelares -lo repito- es una banda de rock. Y tan natural que pueden cerrar el show con "Pronta entrega" de Virus y "estelarizarla", llevarla para su mundo y hacerla suya.
Otro factor que aporta mucho en el escenario es la personalidad de Manuel Moretti. Un tipo tímido que juega a ser más tímido aún y que se permite, desde esa timidez, bromear con un público amable y agradecido. Cuando pidieron una canción de un disco de hace años, aclaró que "el contrato discográfico con Warner no nos permite tocar viejas canciones y debemos centrarnos sólo en el nuevo disco". Como pocos se rieron y la mayoría puso cara de no entender tuvo -fatalmente- que aclarar: "ey, lo que dije fue un chiste". Y, por suerte para los que las conocían y para los que no las conocíamos, nos regaló canciones de otros discos, que ahora iremos tratando de conseguir.
Es reconfortante ver que en el mundo del rock & pop surgen nuevas posibilidades, nuevas canciones y nuevas formas de cantar las viejas canciones. La noche no había sido en vano: Estelares tendría su lugar entre nuestros discos y recuerdos de buenos recitales.
Que me disculpe Degradé, al que ví varias veces en la ciudad de Rosario en los últimos meses. Quería ir a mi casa silbando las canciones de Estelares y a ver si por la mañana en alguna disquería me regalo "Ardimos", su último disco.

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