lunes, noviembre 15, 2004

Nota sobre el festival ROSARIO BURNING en el Willie Dixon

SINCRONICEMOS NUESTROS RELOJES

Las gacetillas distribuídas por la gente encargada de la organización de este ROSARIO BURNING destacaba que el horario de inicio era "21 hs. (PUNTUAL)" textualmente. Por eso mucha gente quedó desubicada al llegar a Willie Dixon a esa hora y encontrarse con las puertas cerradas y la prueba de sonido -a pleno- dentro. Digan que la lluvia comenzó más tarde. Habrá que hacer una tabla de conversión horaria: cuando se anuncia a las 21 comienza a las 00, cuando se anuncia a las 22 comienza a la 1 y así ...

GAROTOS DE RIO DE JANEIRO

Una vez abiertas las puertas, Willie Dixon empezó a despertarse lentamente con música rockabilly. El boliche recibía una noche de crestas y jopos con remeras de NOFX, Ramones, Massacre, 2 Minutos, cuando comenzó el show de la banda rockabilly de Río de Janeiro: BIG TREP (o Grande Trepada, como dicen sus discos). El trío de los hermanos Mauricio y Eduardo García (guitarra y contrabajo) y Fernando Oliveira (batería) abrieron el juego en una sala con poca gente. Su primer tema -"Cachaça Beat"- mostró una banda que viene tocando hace mucho en Brasil y totalmente capaz de mover los pies de cada uno de los presentes. El sonido de Big Trep está influenciado por Reverend Horton Heat, Hillbilly Hellcats, Stray Cats y The Big Town Playboys sin el virtuosismo de Brian Setzer o Jeff Beck pero con una agresividad muy percusiva del contrabajo y buenos arreglos. El sonido, que lamentablemente carecía de graves, no fue obstáculo para un show muy efectivo y bailable. Dentro de los límites del género la banda versionó "Janie Jones" de The Clash y "Folsom Prison Blues" de Johnny Cash, sumados a sus efectivos "Medianoche insana", "Trem" y "Surf Dracula". Cuando nos dimos cuenta se había pasado la hora y los brasileros nos habían entretenido casi una hora con su música. Jopos, patillas, guitarra de caja, contrabajo blanco y mucha energía en el escenario.

¿DONDE ESTAN LOS TAPONES?

El festival ROSARIO BURNING había empezado muy bien, el Willie Dixon seguía recibiendo gente, quedaba bastante por ver, estábamos pasando una buena noche. Todos bien predispuestos para recibir a JESUSRACER: un dúo de ¿R&R trío? de España. Jesús en guitarra y Juanillo Basura en 'semi-batería'. ¿Cómo White Stripes? Definitivamente no. Tanto grito pelado, tanta "actitud", tanta guitarra distorsionada, tanto golpe frenético del baterista que tocaba parado y usaba lentes graciosos, tanto pero tanto tanto que uno se preguntaba si esto no era una broma para Videomatch. Salvo uno o dos yeites buenos -no más- de guitarra todo era ruido. Por eso son incomparables con White Stripes, porque los de Detroit tienen buenas ideas, conservan melodías (hasta Joss Stone pudo versionar un tema de ellos: "Felt in love with a boy") y ante todo se mantienen dentro de los extensísimos márgenes de la música. Sin parecérsele en nada Jesusracer me hizo acordar a esos discos de Death o Doom Metal extremos difíciles de considerar música. Jesusracer dicen estar cercanos a la psicodelia de Gun Club o Spacemen 3 pero en ellos lo 'psico' es sólo frenetismo.
De todos modos, era divertido y la actitud de estos gallegos de Almería resultaba simpática y todos estábamos viviendo un buen festival. La gacetilla los anunciaba así: "son algo así como la reencarnación primitiva, bruta y elemental de los primeros Cramps". Yo no lo dije, no conozco a The Cramps pero igual estoy totalmente de acuerdo. Primitivo, brutal y elemental.

CRESTAS Y JOPOS ROSARINOS

Afuera comenzaba a llover y adentro las cosas se ponían a punto para el arranque del local: THE BROKEN TOYS. La formación de sexteto (Ariel Vercesi, en guitarra; Sebastián Delfino, en contrabajo; Cristian Papalardo, en batería; Edgardo Pérez Castillo, en trompeta; Andrés Barle, en saxo tenor, y Santiago Vivas en voz) tuvo problemas de sonido toda la noche pero mostró un proyecto estético y referencial. Estético porque todos los detalles están tenidos en cuenta, desde los instrumentos hasta la vestimenta. Referencial porque en Rosario han abierto un camino para un tipo de público que no existía y que empieza a aparecer en sus shows y bien que se notó en en Willie Dixon cuando ellos estuvieron arriba.
The Broken Toys sonó bien aunque con varios desajustes. Es de festejar el hecho de búsqueda: no ser sólo una banda tradicional de rockabilly y agregar instrumentos de viento y guitarra acústica aunque por momentos suena a que aún no encontraron la fórmula. Lo cual no es malo: se nota que están tratando de personalizar un estilo ultracodificado metiéndose en el swing y el country y al precio de tener momentos híbridos también tienen hallazgos como "Tu papi no sabe" o "Mueve tu cuerpo".Santiago Vivas llevó adelante la energía del grupo y de un público que demostró respeto siempre y ganas de bailar a veces. Su pasado como músicos punk se notaba en los seguidores. Crestas y jopos swingeaban y se animaban a bailar y seguro que van a ser más los que se agregaran a estas filas. Los motivos que dan The Broken Toys están a la vista.

ATENTOS BIEN ATENTOS, PERO QUIETOS BIEN QUIETOS

Ya a sala llena, los daneses de The Defectors traian consigo un interesante currículum donde resaltaba la gira junto a los suecos The Hives. La última banda de la noche, que cerraba una propuesta nueva para Rosario.Con un vestuario básicamente negro (salvo la camisa op-art del baterista Jonas Jørgensen) la banda fue contundente desde el primer segundo. El gigante danés que cantaba -Mort Harder- ponía todo de sí y los músicos entregaban ese retro-rock basado en el sonido del teclado analógico (Farfisa) de Martin Budde y la efectividad de los yeites de Morten Elley (bajo) y Mik Stegger (guitarra). Mucha energía arriba, mucha atención abajo pero los daneses, al parecer, esperaban un poco más de agite abajo y el agite no vino. La música era ideal para eso. De todas maneras el cansancio o la entrada de otro público que no entendía bien qué pasaba jugaron en contra.
The Defectors no tenía nada nuevo que ofrecer (como tampoco lo tienen Franz Ferdinand, The Hives o The Distillers) pero al igual que esas bandas lo que hacen lo hacen muy pero muy bien. Exactos, prolijos y contundentes. Con la frente bien alta terminaron un show explosivo que poca gente festejó como correspondía. Cuando todos esperábamos el bis y un locutor incitó a ese regreso, desde los parlantes se escuchó "El viejo de arriba" de Bersuit y ahora sí ... todos cantaban.

HASTA LA PROXIMA ...

El saldo del ROSARIO BURNING es bueno y es de esperar que se siga haciendo. Musicalmente no había nada demasiado nuevo: rockabilly y lo que la crítica suele llamar garage. Es decir, gente que busca en el pasado y juega dentro de esos límites genéricos. Pero para Rosario la cosa es un aire fresco. No son muchas las oportunidades que tenemos de escuchar bandas de otros lados y ver qué pasa ahí afuera.
El sonido podría haber sido mejor pero tampoco fue tan grave como para opacar el festival. Cuestiones que los rosarinos iremos aprendiendo y nos darán la posibilidad de ver juntas bandas locales y extranjeras en noche interesantes como ésta.

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